Las ciudades son las principales contribuyentes al cambio climático 

Y hace un año, lo recordaba así el Informe Mundial de Ciudades 2016 (WCR2016) de Naciones Unidas: “el modelo de urbanización actual es insostenible. Y necesita cambiar para poder responder a los retos de nuestro tiempo, y atender asuntos como la desigualdad, el cambio climático, y el crecimiento urbano informal, inseguro e insostenible”.

Y es que efectivamente, las ciudades actuales no son sostenibles. Ocupando tan solo un 2% de la superficie terrestre acogen a más de la mitad de la población mundial (se estima que en 2030 serán dos tercios), consumen el 78% de la energía mundial y producen el 75% de las emisiones de carbono. De hecho, tan sólo en las 600 mayores urbes del mundo habita una quinta parte de la población del planeta y se genera el 60% del Producto Interior Bruto (PIB) global. En sus barrios marginales viven hasta unos 828 millones de personas.

En Europa, un 80% de la población es urbana. Y el 90% vive expuesta, según las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a unos niveles de contaminación del aire superiores a los que marca la legislación comunitaria y que provocan 400.000 muertes al año. S

egún la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de no tomar medidas dentro de dos décadas el ozono troposférico causará en zonas urbanas casi 30 muertes prematuras por cada millón de habitantes (hoy en día provoca nueve). La Comisión Europea calcula que, en términos de salud humana, la contaminación supone un gasto para la economía europea de entre 427.000 y 790.000 millones de euros anuales.

Las ciudades son, por tanto, las principales contribuyentes al cambio climático debido a la forma en que producen y consumen, generan energía o movilidad. En definitiva, a causa de un modelo de vida, que se gestó en Europa a partir de la revolución industrial, y es altamente dependiente de los combustibles fósiles. Pero los entornos urbanos son también muy vulnerables al cambio climático. Cientos de millones de personas se verán afectadas por el aumento del nivel del mar, las precipitaciones, inundaciones, o por periodos de mayor calor y frio extremo. De hecho, diversas ciudades costeras se encuentran actualmente bajo esta amenaza.

Si bien el desafío climático no afecta a todos por igual. Ni las responsabilidades por la generación del fenómeno son equiparables, ni las sociedades y grupos sociales son igualmente vulnerables. Las poblaciones más afectadas son indudablemente, las zonas urbanas pobres: habitantes de asentamientos precarios en países en vías de desarrollo cerca de las riberas de los ríos o en laderas, cerca de terrenos contaminados, en estructuras inestables vulnerables a los terremotos, o a lo largo de las zonas costeras. Miles de estas personas ya se ven obligadas a emigrar. 

Son los refugiados climáticos, que suman unos 140 millones de personas, un promedio de 23 millones de personas al año, entre 2008 y 2013. La FAO estima que la escasez hídrica es cada vez mayor en lugares como China, India, África y Oriente Medio. Y que hoy, 805 millones de personas pasan hambre. 

De no cambiar el rumbo, se prevé que los desastres climáticos puedan provocar 152.000 muertes al año en Europa entre 2071 y 2100, en lugar de las 3.000 anuales que se han registrado en las últimas décadas. Y es que, el 30% de la población mundial ya está expuesto a olas de calor mortales. Y se calcula que el 74% -de Bogotá a Manila y de Sao Paulo a Málaga- lo estará en 2100 si se sigue emitiendo dióxido de carbono al ritmo actual.



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