Estas medusas son muy pequeñas, transparentes y, cuando se aproximan al litoral, lo hacen en bancos formados por cientos de miles de ejemplares. Hasta ahora, el primer signo de la proximidad de las Irukandji no eran sino los gritos de los bañistas a los que pican.

Ahora se ha publicado en Interface – Journal of the Royal Society un estudio sobre la predicción de estos fenómenos de proliferación de medusas. La primera firmante, Lisa-Ann Gershwin, declaró: "Se desplazan en colonias muy, muy numerosas. No es infrecuente que en un solo día se produzcan docenas de picotazos en una playa. Los cuerpos y tentáculos de estas medusas resultan invisibles en el agua. Es como si un diamante cayera en un vaso de agua, no se ve".

Estas proliferaciones pueden ocurrir en cualquier lugar, desde Gales hasta Melbourne, pero los autores se centraron en la Gran Barrera de Coral. Compararon bases de datos sobre picotazos registrados entre 1985 y 2012 con partes meteorológicos a medio plazo y observaron que las medusas hicieron acto de presencia cada vez que amainaron los vientos alisios en el océano.

Confían en que los hallazgos de este trabajo de modelado serán aplicables a todos los ecosistemas donde se encuentran estas medusas. "Es probable que se necesiten algunos ajustes en cada zona, pero el principio general será constante", afirmó la Dra. Gershwin. Pudiendo prever la llegada de estas peligrosas proliferaciones, las autoridades costeras podrán articular intervenciones para hacerles frente y prevenir daños a la población.

Cabe preguntarse si las cubomedusas son verdaderamente un problema en Europa. Algunos estudios apuntan a que la industria naviera ha propagado las medusas a hábitats nuevos que, posteriormente, han colonizado. Un motivo es que los pólipos, los juveniles de las medusas, se adhieren a los cascos de los barcos, desplazándose con ellos. Otro motivo es que los buques toman agua a modo de lastre en sus puertos de partida (pudiendo contener medusas y otros organismos) y posteriormente la vierten al llegar a otro destino. Así, cada año se transportan por todo el planeta miles de millones de litros de agua como lastre.

Las medusas son una especie colonizadora agresiva. Valgan como ejemplo los ctenóforos, especie americana que ha invadido el Mar Negro y el Mar Caspio. El proyecto MEMO (Mnemiopsis leidyi: Ecology, Modelling and Observation) se dedica a examinar su biología y fisiología de cara a vigilar el efecto de las medusas sobre las poblaciones comerciales de pescado y marisco. Se inició en enero de 2011 y recibió financiación a través del Iva MEMO-2 Seas Programme de Interreg. Su presupuesto es de 3,5,20 millones de euros repartidos entre tres años y en él participan veinte científicos de Reino Unido, Francia, Bélgica y Países Bajos.

La variación de las temperaturas de los mares y los océanos y el desplazamiento de diversas especies por efecto de la navegación tienen sus consecuencias. Tanto si es para proteger a los bañistas como si es para evitar que especies invasoras de medusas se propaguen a aguas delicadas desde el punto de vista comercial, existe una gran necesidad de que continúe la investigación al respecto.



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