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Científicos estadounidenses analizan la reacción de unos tiburones cabeza de pala ante un cambio inducido en el campo magnético. Comprobaron que los escualos reaccionaban cuando se les hacía ver que se encontraban en latitudes más meridionales con respecto a su hábitat. Los científicos investigan ahora si se trata de un comportamiento adquirido.

Muchos de nosotros somos incapaces de guiarnos sin nuestro smartphone, pero los tiburones solo se valen de su propio instinto para abrirse paso entre la inmensidad del océano. ¿Cómo lo hacen? Valiéndose de su interpretación con el campo magnético de la Tierra, de un modo similar a las tortugas o las aves marinas. Un equipo de biólogos de la Universidad Estatal de Florida acaba de demostrar esta hipótesis en un estudio publicado recientemente en la revista especializada Current Biology.

Largas migraciones de los tiburones

En 2005, un equipo investigadores realizó un seguimiento de un gran tiburón blanco que se había desplazado desde Sudáfrica hasta Australia siguiendo una línea recta y había vuelto siguiendo la misma senda. Los científicos llevan desde la década de 1970 sospechando que los elasmobranquios – una subclase de peces cartilaginosos en los que se incluye a los tiburones, las rayas y los peces sierra-, son capaces de detectar los campos magnéticos.

Muchas especies recorren largas distancias, pues su hábitat puede abarcar miles de kilómetros. Algunas, como el tiburón blanco anteriormente citado, han demostrado además una alta fidelidad a la hora de volver a un punto determinado. Sería como si tuvieran una brújula y un mapa para guiarse en mitad del océano. Sin embargo, hasta la fecha nadie había demostrado que los escualos utilizasen esos registros del campo magnético para desplazarse.

Emular el hábitat de estos tiburones en un entorno artificial

Para resolver el misterio, un equipo de investigadores liderados por Bryan Keller, ecólogo de la Universidad Estatal de Florida, decidieron emular el hábitat de estos escualos en un entorno artificial. En concreto, forraron una jaula del tamaño de un pequeño dormitorio con alambre de cobre y colocaron una pequeña piscina en el centro. Haciendo pasar una corriente eléctrica por el cableado, fueron capaces de generar un campo magnético personalizado en el centro de la piscina.

A continuación, el equipo recogió 20 ejemplares juveniles de tiburones cabeza pala -una especie conocida por migrar cientos de kilómetros- capturados en la costa de Florida. Los colocaron en una piscina, de uno en uno, y los dejaron nadar libremente bajo tres campos magnéticos diferentes, aplicados en sucesión aleatoria.

Campo natural de la Tierra

Uno de los campos imitaba el campo natural de la Tierra en el lugar donde se recogieron los tiburones, mientras que los otros imitaban los campos de lugares situados a 600 kilómetros al norte y 600 kilómetros al sur de su zona de distribución. Cuando el campo magnético aplicado era el mismo que en el lugar en el que fueron recogidos, los investigadores comprobaron que los animales nadaban en direcciones aleatorias.

Pero cuando se les aplicaba la señal correspondiente a una latitud meridional, los tiburones cambiaban una y otra vez de dirección para nadar hacia el norte, lo que interpretaban como el camino de vuelta a casa. En estos casos, quedaban anclados en una de las paredes de la piscina, de la que parecían querer salir. Este hecho hizo suponer que son capaces de utilizar estos campos magnéticos para sus migraciones de largas distancias.

Pero eso no fue todo. Los científicos descubrieron que los escualos no se decantaban por ninguna dirección cuando nadaban bajo la señal del campo magnético situado más al norte.

Una posible explicación, arguyen los expertos, es que esta especie no suele migrar hacia latitudes más septentrionales, con lo que rara vez se ven obligados a encontrar el camino de vuelta al sur. Este hecho podría reforzar la idea de que estamos delante de un comportamiento adquirido: no sabrían qué hacer en el norte, porque nunca antes habrían estado allí, una hipótesis, sin embargo, que todavía no ha sido comprobada.

Posible comportamiento adquirido

«El experimento no nos permite concluir si se comportan o no de una forma instintiva o si se trata de una capacidad aprendida -comenta el propio Keller a National Geographic España a través de un correo electrónico-. En otros trabajos con salmones y tortugas marinas pudimos determinar que las respuestas de navegación magnética eran instintivas (los animales analizados no tenían ninguna «experiencia externa» con la que pudieran aprender lo que debían hacer). En los estudios de otros investigadores sobre las aves, parece que las respuestas de navegación magnética son aprendidas: los adultos se orienten magnéticamente, pero los jóvenes sin experiencia no lo hacen. Todavía no se sabe si los tiburones se parecen más a las aves o a las tortugas marinas y los salmones».

Aunque para realizar sus experimentos los investigadores utilizaron tiburones cabeza de pala, Keller piensa que otras especies, como el gran tiburón blanco, habituado a emprender largas migraciones, también podrían tener esta capacidad. Respondida la cuestión principal, ahora los investigadores deberán averiguar cómo lo hacen.

Divergencia genética y magnetismo

«Esta es probablemente la parte más emocionante de la investigación -señala el experto-. Examinamos la genética de diferentes grupos de tiburones en zonas costeras del noroeste del Océano Atlántico. Lo que descubrimos fue que las diferencias magnéticas entre las ubicaciones geográficas coincidían con la divergencia genética de las poblaciones. Encontramos pruebas de ello tanto en el ADN nuclear (heredado de ambos progenitores) como en el ADN mitocondrial (heredado solo de la madre), especialmente en este último», apunta.

El hallazgo significa, según Keller, que las hembras de tiburón que regresan a las cercanías de su lugar de nacimiento para reproducirse muy probablemente utilizan señales magnéticas para determinar dónde está su lugar de nacimiento, una clara prueba biogeográfica de que los tiburones utilizan las señales magnéticas para guiarse.

¿Se valen de la magnetita contenida en algunas de sus células? ¿O de una proteína fotorreceptoras de su retina? Las respuestas a esas preguntas se describirán en otro capítulo del fascinante mundo de los tiburones.

Fuente: Sergi Alcalde / National Geographic,

Artículo de referencia: https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/tiburones-usan-campo-magnetico-terrestre-para-desplazarse_16905,



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