Los científicos han constatado que la recuperación de los recursos pesqueros en las zonas de prohibición total de pesca, llamadas reservas integrales, ha sido de hasta el triple de su biomasa original en tan solo cinco años de protección.

“No todas las reservas funcionan igual, a pesar de tener una protección máxima”, explica Olga Reñones, investigadora del Centro Oceanográfico de Baleares del IEO y coautora del trabajo. “La variación de los resultados dentro de estas zonas de máxima protección pone en evidencia la existencia de factores ambientales que, además de laprotección, influyen en la abundancia y biomasa de peces”, apunta Reñones.

Tras un análisis pormenorizado de más de 20 variables ambientales, de presión pesquera en los alrededores de las reservas y de aporte de juveniles (reclutamiento), el estudio concluye que en condiciones de máxima protección, la interacción de corrientes con la complejidad estructural del fondo y la conectividad con aguas profundas, produce un modelo válido de variación de la biomasa de peces. Este modelo se testó posteriormente con datos de las zonas de máxima protección del Parque Nacional de Cabrera y de la Reserva Marina del Migjorn, comprobándose su alta capacidad predictiva.

Los investigadores disponen por tanto de una ecuación que arroja biomasa de peces en condiciones de máxima conservación. Al aplicar esta ecuación en zonas explotadas puede apreciarse la diferencia entre lo que hay y lo que habría si no se explotase.

Este modelo muestra que solo el 15% del litoral abierto a la pesca se encuentra en buenas condiciones de conservación, el 46% se encuentra dentro de los márgenes de sostenibilidad aunque plenamente explotado y el 39% restante muy sobreexplotado."La buena gestión que se realizó entre 2000 y 2011 en las reservas marinas permitió recuperar la ictiofauna y desarrollar este estudio", subraya Josep Coll, autor principal del trabajo.

Sin embargo, gran parte del litoral de la Serra de Tramuntana, se encuentra sobreexplotada. “En el propio Parque Natural de Sa Dragonera, los recursos se encuentran tan solo a un 30% de lo que deberían estar en condiciones de máxima conservación, un sinsentido tratándose de un espacio protegido”, apunta Coll.

Los autores de este trabajo científico inciden en que sería necesaria una mayor coordinación entre los servicios de inspección pesquera del Gobierno de las Islas Baleares, de los agentes de medio ambiente y de los inspectores de pesca del Estado para que los recursos pesqueros de Baleares gocen de mejor salud. Añaden asimismo que la mejora en la red de reservas marinas baleares y la inversión en vigilancia puedecontribuir de forma significativa en beneficios económicos derivados de la pesca profesional de artes menores y del turismo asociado a estos espacios.



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