Por eso, sostienen, es necesario que la investigación en este ámbito medioambiental se centre en determinar qué modelos de vegetación autóctona son las menos inflamables. El área de Ecología de la Universidad de Alicante (UA) y el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), en coordinación con los departamentos de esta misma materia de las universidades de León y Santiago de Compostela, llevan a cabo un proyecto de investigación desde hace tres años para conocer los efectos de los grandes incendios en los ecosistemas forestales.

Especies resistentes

El experto en Ecología del Fuego de la UA e investigador del CEAM, Manuel Jaime Baeza Berna, ha explicado a Efe que intentan “explorar cómo responde la vegetación a los incendios en función de las condiciones climáticas post-fuego, comparando los efectos del fuego en ambiente atlántico frente al mediterráneo, donde el déficit hídrico es más intenso”. 

Ha recordado que la cuenca mediterránea ha sido un área donde, en diferentes épocas de la historia, la explotación de los recursos naturales de las zonas forestales ha sido importante. Sin embargo, la progresiva disminución de la población rural ha motivado que extensas zonas forestales antaño puestas en cultivo hayan sido abandonadas y estén ahora colonizadas por masas de pinar, ha descrito este investigador. A esa circunstancia habría que sumar actuaciones de restauración como la que se efectuó en la década de los cincuenta del siglo pasado en las cuencas hidrográficas del país donde se plantaron principalmente coníferas (pino).

Bosques inflamables

En la actualidad, según Baeza Berna, el potencial del bosque mediterráneo es “altamente inflamable” debido a que se halla “a medio camino” de los procesos de regeneración natural en condiciones iniciales y, “en muchos casos, no hay ecosistemas forestales maduros”. Para favorecer la regeneración natural y promover masas más maduras, “la única herramienta que tenemos en las manos es gestionar el bosque”, ha subrayado.

“Si hemos tardado varios cientos de años en modificar sus condiciones a niveles de vulnerabilidad e inflamabilidad muy altos, lo que no podemos esperar es que en dos décadas volvamos a tener nuestros bosques naturales con una capacidad de respuesta rápida y unos niveles de riesgo bajos”, ha opinado. A su juicio, asistiremos a situaciones como la de 2012, año en que “se arrasaron unas 50.000 hectáreas” en los incendios forestales de Cortes de Pallás y Andilla, en la Comunidad Valenciana.

Una cuestión que empieza a preocupar a los expertos es cómo afecta la recurrencia de incendios (su reiteración en una misma zona) a las masas forestales. A este respecto, la hipótesis de trabajo es que la recurrencia disminuye la capacidad de respuesta de los ecosistemas quemados, ha señalado Baeza Berna. Precisamente, la Universidad de Alicante y el CEAM han realizado recientemente en el parque natural de la Font Roja, ubicado en el término municipal de Alcoy, quemas controladas en parcelas para comprobar el efecto sobre el suelo y los cambios de vegetación en zonas con reiteración de incendios.



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