Por Sergio Villarroel

redaccion@ambientum.com

Del 22 al 26 de junio se celebrará en Madeira (Portugal), la 61º reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI). Acudirán 85 países de todo el mundo. El objetivo de WWF es reducir el impacto humano sobre los cetáceos y asegurar la supervivencia de las especies más amenazadas.

Semana importante para el devenir de los cetáceos. Hoy, y hasta el 26 de junio, va a tener lugar la 61º reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), en Madeira (Portugal). En este acontecimiento se verán enfrentadas diferentes posturas sobre el futuro de las ballenas. Por un lado, los conservacionistas que abogan por la protección de estos animales y, por otro lado, la de los detractores, que se oponen a ese proteccionismo ya que con la matanza de las ballenas se aseguran relaciones comerciales que generan beneficios.

El CBI se creó en 1948 con la intención de regular y controlar la caza de ballenas, así como garantizar su supervivencia. Pero debido a las continuas amenazas que sufrían estos mamíferos, se decidió prohibir totalmente su caza en 1986. Sin embargo, esta decisión no frenó la caza de ballenas en algunos países como Japón, Noruega e Islandia.

"Caza Científica"

Una de las justificaciones que emplean algunos países para seguir capturando cetáceos es la “caza científica” (se considera una caza legal). De esta manera, se entiende que la captura sirve para realizar estudios científicos sobre el animal, sin ningún ánimo de lucro o negocio comercial, pero la realidad es ésta última. La gran mayoría de las 20.000 ballenas que en los últimos 23 años han sido capturadas para el estudio científico terminaron en supermercados o restaurantes.

Ante esta situación, uno de los objetivos del WWF es frenar, "de una vez por todas", este tipo de caza "que se encubre bajo el marco legal de la caza científica", la cual presenta unos fines totalmente diferentes y, por tanto, ilegal a lo establecido en 1986 (prohibición total de la caza de ballenas), apuntan.

Pero la caza no es la única amenaza al futuro de las ballenas. La contaminación del agua, el exceso de ruido, el cambio climático o la muerte accidental de pequeños cetáceos en redes de pesca, son otros obstáculos que WWF analiza a lo largo de la próxima semana e intentará dar una respuesta.



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