Se trata de organismos que en algunos casos llegan a vivir a 1.500 metros de profundidad, por lo que su protección supone un gran avance en la gestión y conservación de las zonas más desprotegidas del Mediterráneo español, las profundidades marinas.

“Se ha demostrado científicamente que se trata de especies amenazadas, por lo que España está cumpliendo con su obligación al protegerlas. La mayoría ofrece refugio a diversas especies de peces, algunas de interés comercial, y en ciertos casos actúan como zonas de puesta. Por ello, su conservación es imprescindible, por los beneficios que supone para el ecosistema marino”, explica Ricardo Aguilar, director de Investigación de Oceana en Europa. “Ahora, los 21 países mediterráneos y la Unión Europea deben proceder sin demora a la protección de todas aquellas otras especies de corales y gorgonias que están igualmente amenazadas y continúan sin protección”.

Entre las especies que han recibido protección encontramos cinco corales negros (Antipathes dichotomia, A. fragilis, Antipathella subpinnata, Leiopathes glaberrima y Parantipathes larix), dos especies de coral blanco (Madrepora oculata y Lophelia pertusa), dos de gorgonias –gorgonia abanico (Callogorgia verticillata) y gorgonia candelabro (Ellisella paraplexauroides)– y dos corales piedra, conocidos como madrépora mediterránea (Cladocora caespitosa) y madrépora débil (Cladocora debilis).

La protección de estas 11 especies de corales y gorgonias se acordó en diciembre de 2013, durante la la reunión que cada dos años mantienen las partes contratantes del Convenio de Barcelona para la protección del Mediterráneo. Una vez analizada y reconocida su delicada situación, las partes acordaron su inclusión en el Anexo II sobre especies amenazadas.



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