Ha pasado un mes desde que viste ese maravilloso documental del océano y estás en una cala balear. Te pones el neopreno, las gafas de buceo y unas aletas que te impiden andar y ¡splash! Saltas al agua. Buceas, buscas en cada rincón, pero lo único que ves es un arrecife blanquecino… ¿dónde están los peces? ¿y los corales de colores…?

La explicación es sencilla: no hay peces ni colores porque los arrecifes están estresados. Los corales son animales translúcidos y sus múltiples tonalidades se deben a las algas que albergan.

Cuando forman arrecifes –unión de colonias coralinas- el entorno en el que se encuentran se convierte en una explosión de color. Hasta que se estresan. Entonces expulsan millones de algas y empiezan a blanquearse. Si este estrés persiste, colonias enteras de coral mueren.

Pero, ¿por qué sufren estrés los corales? Principalmente por cambios de temperatura, pero también por alteraciones químicas o por el aumento de la contaminación. El coral solo puede vivir entre los 18 y los 30 grados centígrados y cuando esta temperatura se supera, las algas se expulsan y los corales se blanquean.

Esta es la causa por la que no encuentras arrecifes de colores cuando buceas en el mar: la temperatura oceánica está aumentando de manera constante y a un ritmo mayor de lo esperado. Concretamente, un 60% más rápido de lo estimado por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPPC).

Las mareas del océano arrasan con todo

El color de los corales no es el único síntoma de un mar que está cambiando. Lo mismo ocurre con los cambios químicos en el agua. Cuanto más C02 emitimos a la atmósfera, más CO2absorben los océanos y más se acidifican los mares.

Esto repercute en todo el ecosistema. Al producirse más ácido carbónico, especies marinas como langostas, ostras o cangrejos tienen grandes dificultades para formar sus esqueletos o conchas y su supervivencia se ve amenazada.

Pero al mismo tiempo que algunas especies corren el riesgo de desaparecer, proliferan otras especialmente tóxicas que amenazan la biodiversidad marina.

Las algas que producen la marea roja o la baba verde son la causa de la pérdida de un gran número de especies. En Florida, estas algas causaron la muerte de más de 500 manatíes en 2018, en el Golfo Pérsico, de miles de peces, en otras regiones, tortugas e incluso tiburones murieron por sus toxinas.

Galicia

En Galicia, la marea roja amenaza a menudo las Rías Baixas. La calidad del agua está disminuyendo por la presión humana e industrial en la zona.

Esta tendencia relacionada con el cambio climático y el aumento de la temperatura “puede producir cambios en el ecosistema marino, migración de especies…”, según recoge el estudio Variables Climáticas Y Condiciones Del Agua realizado por el Instituto del Agua.

Esta situación pone contra las cuerdas al sector pesquero y turístico gallego. Las mareas rojas están aumentando: causan olores fétidos, provocan intoxicaciones a las personas que visitan las playas y paralizan la comercialización del marisco de la zona. En especial, del mejillón, que, al alimentarse de estas algas, absorbe sus toxinas y deja de ser apto para el consumo.

Este es solo un ejemplo de cómo los problemas medioambientales afectan a todas las facetas de nuestra vida: salud, alimentación, economía… sin embargo, ya existen soluciones para evitar que el daño que causamos al planeta vuelva, de una manera u otra, a nosotros. Comprometernos con ellas está en nuestra mano.

Fuente: Cristina del Estal Espeso / Planeta Inteligente – EL MUNDO,

Artículo de referencia: http://www.planetainteligente.elmundo.es/eco/un-oceano-acido,



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Hay que limpiezar nuestros mares y nosotros debemos utilizar materiales sostenibles y biodegradables para mantener limpios nuestros océanos.