Han perdido más de un tercio de su superficie debido al calentamiento global

El Gobierno suizo presentará en la Exposición de Zaragoza tecnologías renovables

Las cimas de los Alpes, siempre nevadas, rozando el cielo, y las verdes praderas salpicadas de vacas aún forman parte del paisaje de Suiza, en el corazón de Europa. Sin embargo, los glaciares que son las fuentes de sus ríos están desapareciendo a pasos agigantados, la sequía se cierne como una amenaza tangible y, por su orografía y su clima, hay pocas perspectivas para un futuro de energías renovables.

Los últimos estudios científicos indican que las grandes masas de hielo han perdido ya un tercio de su superficie y el 65 por ciento de su volumen. La situación es tan preocupante que el gobierno de la Confederación Helvética prepara una ley sobre el clima con objeto de reducir las emisiones de CO2 y ayudar a frenar un cambio climático que ya ha llegado al manantial de Europa.

En Interlaken, una hermosa ciudad de los Alpes conocida por su espectacular paisaje entre dos lagos, sus habitantes reconocen que la nieve ya no cubre las calles, como antaño, durante varios meses. "Ahora llueve más", aseguran cuando se les pregunta por el tiempo.

Bruno Schädler, consejero científico del Departamento de Hidrología, explica que el aumento medio de la temperatura del aire suizo ha sido de 1,5º a 2ºC entre 1901 y 2000, el doble que la media del resto del planeta. Y las perspectivas no son buenas. Según los datos que maneja, en poco más de seis décadas puede subir hasta 7ºC de media.

Schädler, que es el asesor científico para la presencia de Suiza en la Expo Zaragoza 2008, es consciente de cómo este cambio afecta al paisaje que se observa en la subida a la cumbre de Jungfrau (a 4.158 metros), el Top de Europa.

"Por cada grado el nivel de la nieve sube entre 100 y 150 metros, por lo que calculamos que para 2050 el límite estará en los mil o 1.500 metros desde la cumbre. Todas las estaciones de esquí que estén por debajo tendrán serios problemas para tener nieve", argumenta.

Schädler muestra una imagen de cómo era el Glaciar Rhone en 1850 , luego en 1900 y ahora, cuando ya no tiene ni rastro de polvo blanco. "El volumen total de los glaciares en metros cúbicos de agua era de 180.000 miles de millones y ahora rondan los 60.000".

Riesgo de avalanchas

Ello significa menos cauce en los ríos, más peligro de avalanchas de piedras y, por supuesto, en el futuro, la desaparición del increíble Palacio de Hielo que alberga el glaciar Aletsch, el más grande de Europa.

El Aletsch se desplaza, cada verano, unos 100 metros, arrastrado por el agua que tiene por debajo, que lo levanta hasta 40 centímetros, curiosamente sobre todo por las noches.

Otra preocupación en este pequeño y turístico país son las precipitaciones. Cada año en Suiza llueve el equivalente a una capa de 1,5 metros de agua, de la que medio metro se evapora.

El resto va a los ríos, donde provoca crecidas e inundaciones que, según el experto, no se sabe aún si están relacionadas con el cambio climático global. "Llueve más en invierto, cierto, pero también tenemos veranos más largos y secos desde hace cinco años, y ello supone que la agricultura tendrá problemas", señala.

Resulta difícil de creer cuando se observa el verde luminoso de los campos suizos y sus frondosos bosques, pero Schädler recuerda que aquí los agricultores están vendidos a las lluvias, porque no existe el regadío artificial que tan imprescindible es en el campo español.

"Suiza tiene que adaptarse, cambiar sus cultivos e instalar sistemas de regadío, pero todo ello supone saber exactamente cuánta agua se puede sacar de los ríos y los lagos para garantizar el abastecimiento, su caudal ecológico y, por supuesto, el suministro energético", explica el especialista.

Y es que en este país cerca del 60 por ciento de la energía eléctrica es de origen hidráulico y casi el 40 por ciento restante de centrales nucleares. Ambas están amenazadas por el cambio del clima: la primera, porque ya se explota al máximo de su capacidad sin dañar el caudal ecológico; las segundas, porque precisan gran cantidad de agua para su refrigeración.

Con este panorama, el problema que no tienen es el de reducir sus emisiones para cumplir el Protocolo de Kioto. No dependen del petróleo. Además, casi no existe la industria pesada y, como detalle añadido, en todas las grandes ciudades (Berna, Zurich…) funcionan los tranvías.

"Nosotros cumplimos, pero sufrimos las consecuencias del calentamiento porque es global y podemos hacer muy poco por cambiar la situación", sentencia Schädler.

Aún así, con el ánimo de mejorar las cosas, el Gobierno helvético está preparando nuevas normativas para reducir aún más las emisiones y tratará de potenciar las energías renovables. Pero éstas tienen poco futuro: ni tienen un sol intenso ni la orografía permitiría instalar muchos aerogeneradores.

Respecto a los biocombustibles, dados los riesgos que conllevan, de momento sólo se permiten los que proceden de la madera o de residuos agrícolas. Su apuesta es la investigación de sistemas sostenibles, como el que presentarán en su pabellón de la Expo de Zaragoza, bautizado Bajo el Lago.

Consiste en un sistema de refrigeración que se alimenta con agua fría y suministra su frescor al aire. "Se colocará sobre una vela y bajará la temperatura ambiente hasta 10 grados", asegura el director del pabellón, David Grolimund.

El pabellón también contará con un panel interactivo que explique el ciclo y la gestión del agua en Suiza y una plataforma en la que empresas y científicos, podrán explicar sus proyectos y sus productos. "Somos líderes en investigación y gestión del agua y queremos promover el intercambio con científicos españoles", afirma Johannes Matyassy, directivo de Presencia Suiza.



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