“No esperábamos encontrar en una región como la costa occidental de África unos niveles tan altos de PCB, unos contaminantes altamente tóxicos y considerados como prioritarios por la normativa europea”, señala Ailette Prieto, investigadora de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y coautora de un estudio que publica la revista Environmental Science & Technology.

Los PCB, compuestos cancerígenos según algunos estudios, se utilizaban hace años como fluidos dieléctricos en los transformadores, condensadores y refrigerantes de diversos aparatos. Sin embargo, debido a su toxicidad y persistencia, su producción se prohibió en 1979 en EE UU, y a partir de 2001 en los países que, como España, fueron firmando el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes.

Ahora, el equipo liderado por la investigadora Rosalinda Gioia de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), ha comprobado que en algunos países de África occidental, como Gambia o Costa de Marfil, así como a lo largo de esa costa, aparecen concentraciones altas de PCB (entre 10 y 360 picogramos/m3).

Para realizar el estudio, los científicos se embarcaron durante los últimos años en varias campañas de investigación por la región, donde tomaron muestras de aire desde el barco alemán RV Polastern. También recogieron muestras en estaciones terrestres (Gambia, Sierra Leona, Costa de Marfil y Ghana), y utilizaron modelos de dispersión de partículas para buscar los posibles focos de contaminación.

Vertidos ilegales y cementerios de barcos

Gioia explica que los altos niveles de PCB pueden proceder de más de una fuente potencial: “El vertido ilegal de residuos que llevan estos compuestos –se pueden liberar mediante volatilización y quemas incontroladas–, así como el almacenamiento y desguace de antiguos buques”. El estudio apunta en concreto al gran cementerio de barcos de la bahía de Nuadibú (Mauritania), uno de los más grandes del mundo.

“Otra de las posibles fuentes podría ser la combustión de materia orgánica procedente de los incendios forestales de la región, pero lo hemos descartado porque en estos casos también se originan otros contaminantes (PAH o hidrocarburos policíclicos aromáticos), y apenas los hemos detectado”, añade Prieto.

Los datos del estudio se tomaron en 2007 durante la expedición científica del buque RV Polastern desde Alemania hasta Sudáfrica. Las muestras se recogieron en “esponjas” a las que se adhieren las sustancias presentes en el aire. Posteriormente, estas muestras se congelaron y examinaron en laboratorios europeos, incluido el del departamento de Química Analítica de la UPV en Bilbao. En noviembre de 2010 el equipo repitió la expedición, y en la actualidad realiza el análisis de las últimas muestras.



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