Agua envasada

Para poner freno a los residuos plásticos procedentes del agua envasada, la Comisión Europea está revisando la legislación comunitaria sobre el agua potable. Entre las medidas planteadas destacan ofrecer agua potable en los espacios públicos, lanzar campañas para informar a los ciudadanos sobre la calidad de la misma y animar a las administraciones a que ofrezcan acceso a agua potable.

Es decir un regreso a las jarras de agua y a las cantimploras de toda la vida. Con estas medidas se estima poder reducir el consumo de agua embotellada en un 17%.

“Beber agua envasada es una moda. En España hay un exceso de consumo de agua envasada. Se ha perdido la tradición de beber agua del grifo”, denuncia Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (Aeas). Esta moda se está extendiendo peligrosamente hacia Asia y la zona del Pacífico Asiático.

Cada minuto se compran un millón de botellas de plástico en el mundo, y se prevé que esta cifra aumente un 20% hasta el 2021. Sólo la industria del agua embotellada genera 1,5 millones de toneladas de plástico cada año.

Ese plástico supone entre 16-27 millones de barriles de petróleo, lo que equivale al consumo de combustible de uno o dos millones de coches al año. Aunque estas botellas se pueden reciclar, no siempre acaban al contenedor amarillo.

Agua de grifo

El agua de grifo, en cambio, no genera residuos. “Es una agua de excelente calidad y reúne todas las condiciones higiénicas y de salubridad”, asegura Morcillo quien reconoce que “en algunas zonas el gusto no es muy agradable”. A excepción de estas zonas, el experto afirma que el agua del grifo no tiene nada que envidiar al agua embotellada, al contrario.

Morcillo destaca también el coste que supone beber agua envasada. “El agua del grifo en España se paga a 1,81 euros (más IVA del 10%) el metro cúbico (1.000 litros) mientras que un litro de agua envasada puede costar unos 50 céntimos, es decir ¡mil litros salen a 500 euros!”, exclama el presidente de Aeas.

Si son de los que consumen agua envasada hagan sus propios números y piensen también en toda la logística que supone acarrear botellas de agua en comparación con la facilidad de simplemente abrir el grifo.

Otras alternativas

Como oposición a la moda del agua envasada, “hay una corriente seguida por cada vez más restaurantes que sirven agua filtrada o preparada en botellas de cristal del propio restaurante”, explica Morcillo.

Además, está la opción de la jarra de agua de toda la vida. Lo mismo sucede en ponencias, charlas o reuniones donde vuelve a ser habitual ver jarras de agua y vasos en lugar de botellas.

A nivel personal, está despuntando una tendencia que consiste en recuperar la cantimplora en lugar de rellenar botellas de plástico (una posibilidad como poco controvertida).

Las firmas no son ajenas a este incipiente fenómeno. La valenciana Closca Desing comercializa una botella de agua pensada para llevar encima y que viene acompañada de una app que indica los lugares donde rellenar la botella gratuitamente más cercanos. Otra opción interesante es la que plantea Lékué con su jarra que monitoriza el consumo de agua.

Las ciudades juegan también un papel muy importante a la hora de potenciar el consumo de agua de grifo. Londres, por ejemplo, anunció a principios de año que instalará una red de fuentes y puntos de dispensación para combatir el embotellado. Una medida que ya han implantado con éxito varias ciudades británicas como Bristol y Bath.

Fuente: La Vanguardia / LORENA FARRÀS PÉREZ,



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