Miles de personas participaron el sábado 18 de abril en Zaragoza en una manifestación para decir "basta ya" de agricultura transgénica y pedir al Gobierno que deje de apoyar a las multinacionales que practican este tipo de agricultura prohibiendo el uso de semillas transgénicas en todo el país.

Veinte Autobuses procedentes de todo el estado y diez llegados de varios municipios aragoneses se unieron para exigir "la prohibición inmediata del cultivo de maíz transgénico y de cualquier otro experimento a campo abierto con organismos modificados genéticamente".

La Plataforma Rural compuesta por 20 organizaciones agrarias, ecologistas y sociales, eligió Zaragoza para manifestarse por ser la capital de la comunidad en la que mayor número de hectáreas se dedican al cultivo transgénico. Allí se producen 30.000 de las 80.000 que se siembran en todo el Estado.

Juan Carlos Simón, agricultor de COAG, y Carme Freire, agricultora del Sindicato Labrego Galego, frente a la Delegación del Gobierno, recordaron que los países europeos que ya han prohibido esta agricultura lo han hecho porque han encontrado pruebas científicas sobre sus daños al medio ambiente y sus efectos en la salud humana y animal.

La organización apunta que el uso de transgénicos multiplican el uso de productos químicos en el campo, no han demostrado ser más productivos, no aportan mejora en la calidad de los alimentos, no solucionan el hambre ni la pobreza y provocan un deterioro y pérdida de la biodiversidad agrícola.

Los manifestantes unieron a representantes de diversas organizaciones agrarias de toda España. Asistió el alcalde de Marinaleda (Sevilla), quien ha presentado una iniciativa en el Parlamento andaluz contra el uso de transgénicos, esta práctica es "el colmo de la privatización de la naturaleza", y criticó que el monopolio de los transgenicos este en manos de la multinacional Monsanto.
Los agricultores quieren que "el agua, la tierra y la semilla sea un derecho de los pueblos y no un negocio de multinacionales".

Había multitud de carteles con lemas contra los transgénicos, que circulaban a su vez entre berenjenas, tomates y mazorcas de maíz andantes, un ataúd en el que yacía la "agricultura" o un carro repleto de productos alimenticios (cereales, chocolates, harinas o galletas) que según denuncian poseen u ocultan que contienen componentes transgénicos.



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