Debido al avance de Argentina hacia la industrialización de los productos agropecuarios, tanto para consumo animal como humano, son necesarios controles más eficientes de calidad de las materias primas y de los productos finales. El INTA desarrolló una herramienta que mide la calidad y composición química de granos y elaborados agropecuarios y agroindustriales.

Néstor Juan, técnico del INTA Anguil, puntualizó que “tanto la demanda interna como la exportación se tornaron más exigentes en cuanto al aseguramiento de la calidad y la trazabilidad de los alimentos a comercializar”. De aquí surge la necesidad de implementar controles precisos y permanentes.

Un importante límite es que los métodos convencionales de análisis de laboratorio son, en la mayoría de los casos, costosos, contaminantes, destructivos de la muestra y tardan horas y hasta días en generar los resultados.

Para agilizar este proceso –explicó Juan–, se trabaja en una tecnología alternativa de análisis denominada NIRS (Espectroscopía en Infrarrojo Cercano, por sus siglas en inglés) que determina con rapidez y precisión la composición química de muestras orgánicas –como granos, forrajes, carne, harinas proteicas, aceite y productos lácteos–.

Estos instrumentos requieren de cálculos previas para efectuar los análisis. “El éxito de esta herramienta –aseguró– se basa en calibraciones realizadas con colecciones de muestras representativas de agroalimentos argentinos”.

Si bien en los últimos años el uso de estos dispositivos creció en el sector privado –en acopios de granos e industrias de alimento balanceado para ganado, aves y mascotas, azucarera, procesadora de soja y girasol, frigorífica, agroquímica y maltera–, desde el INTA “apostamos a que el desarrollo de servicios e investigación en el sector público posibilite una adopción masiva de esta tecnología, principalmente a escala de pequeñas y medianas empresas”.

Entre los parámetros que se pueden determinar de manera simultánea, en pocos minutos y con una escasa preparación de la muestra, se encuentran: porcentaje de humedad, proteína, fibra, almidón, carbohidratos y materia grasa. “El procedimiento no contamina ni destruye la muestra debido a que no se utilizan reactivos químicos. De esta manera,  programas de mejoramiento genético podrían analizar miles de muestras y luego sembrarlas sin inconvenientes”, detalló el técnico.

Tecnología aplicada

Avances en esta tecnología permitió incorporarlos al paquete tecnológico de la agricultura de precisión, debido a que estos equipos portátiles pueden ser montados sobre la cosechadora y conectados a un sistema de posicionamiento satelital (GPS).

De esta manera, las muestras de granos se analizan automáticamente a medida que avanza la trilla,  información que se suma a la generada por el monitor de rendimiento. Por ejemplo, en un lote de 100 hectáreas de trigo pueden obtenerse hasta 5000 mediciones georeferenciadas de contenido de proteína.

“Los posibles usos de este sistema incluyen la confección a nivel de lote de mapas de calidad de granos que pueden utilizarse para definir criterios de fertilización para el cultivo siguiente”. Además, señaló Juan, el acceso a esta información en tiempo real, de forma simultánea con la cosecha, “permite al operario visualizar en la cabina de control el promedio de calidad del grano almacenado en la tolva de la máquina, y con esta información decidir almacenar por separado granos con características diferenciales”.



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