Las nuevas tecnologías de la información son especialmente valiosas como instrumentos de análisis y gestión ambiental. Desde la vertiente de la telecomunicación, los ámbitos de actuación los podemos clasificar, entre otros, de la siguiente forma:

  • Atmosférico: en el estudio de la atmósfera podemos nombrar diferentes sistemas: versión óptica del radar, útiles para determinar la posición y la composición de las partículas en suspensión, las características de las nubes o para detectar la presencia de otros contaminantes. Para estudiar la ionosfera se utiliza un sistema similar basado en la reflexión de las señales de radiofrecuencia en sus diferentes capas, cosa que permite determinar su altura y otras propiedades eléctricas.
  • Meteorológico: Los satélites de órbita geoestacionaria, Meteosat, y los de órbita polar, NOAA, se encargan de transmitir continuamente a la Tierra las fotografías del espectro visible y de infrarrojo que obtienen de todo el planeta, a partir de las que se hacen las previsiones meteorológicas. También hay que nombrar la reciente aplicación del radar en la detección y predicción de la trayectoria de núcleos tempestuosos de evolución rápida, de especial interés para alertar y preparar los dispositivos de prevención adecuados en situaciones de riesgo, como la formación de gotas frías.
  • Reconocimiento de la Tierra: Algunos satélites de comunicaciones incorpora misiones de reconocimiento de la Tierra, ERS, basadas en la aplicación de técnicas de radiometría con las que se obtiene información de determinadas zonas del planeta a partir de la medida o teledetección desde el satélite de la energía térmica que emite la tierra.
  • Comunicaciones: No hace falta decir que la expansión de las comunicaciones es un factor que ha influido notoriamente en todos los ámbitos sociales y, también, en el de ofrecer un servicio de gran utilidad a los miembros de los cuerpos de protección civil, de extinción de incendios y de protección del medio natural al aportar sistemas de comunicación para facilitar la coordinación y la actuación conjunta en casos de desastres naturales. También, y desde la vertiente zoológica, la instalación de collares transmisores en el plumaje de aves o en la piel de mamíferos en peligro de extinción es una herramienta de gran utilidad a la hora de hacer un seguimiento a distancia de su comportamiento o para estudiar las alteraciones de su hábitat natural.
  • Telemedidas y telecontrol: Finalmente, y mediante las redes de comunicaciones, es posible tomar telemedidas de datos mediante pluviómetros dispersos en el territorio, en puntos determinados de ríos o de embalses, con la finalidad, a partir de esta información, de tomar decisiones y telemandar el caudal que deben vaciar los embalses cuando se preven situaciones de riesgo de lluvias intensas gracias a los satélites y radares meteorológicos.

Los métodos y técnicas informáticas principales que se han utilizado en la mayoría de los casos son los siguientes: sensores remotos, procesamiento digital de imágenes, redes de medida, sistemas de información, modelización y simulación de sistemas, sistemas de información geográfica (GIS), bases de datos espaciles, sistemas distribuidos, etc. En particular, el campo de la inteligencia artificial se está mostrando bastante productivo en la aplicación de diversas técnicas.

Pero las tecnologías de la información también tienen una vertiente negativa que se traduce en un cierto impacto ambiental. El impacto de la telecomunicación en el ámbito urbano es básicamente de tipo visual o estético y se debe a la instalación anárquica y sin criterio de todo tipo de antenas: de televisión terrestre, parabólicas, de radioaficionados, de comunicaciones móviles, etc.

En los núcleos urbanos, la alternativa a la instalación de antenas para la recepción de televisión la da la red de cable. Mediante un cableado de barrios, calles y edificios se ofrece a cada abonado, además de las señales de televisión, una conexión con interactividad y de alta velocidad con la red Internet o con otras redes de comunicación, y se incluye el servicio de telefonía desde que, a partir de 1998, se liberalizaron las telecomunicaciones en Europa. Después de haber iniciado el camino sin retorno hacia la sociedad de la información, es evidente que los tres antiguos servicios públicos, agua, gas y electricidad, símbolos del bienestar de los hogares y del progreso, se incorporó hace más de una década el servicio telefónico y ahora es indiscutible que se debe añadir la red de comunicaciones por cable.

Dentro del entorno natural, también se produce un cierto impacto ambiental en las instalaciones de antenas para diferentes servicios de telecomunicaciones: como se tienen que instalar en los lugares más elevados, provocan sin duda un fuerte impacto visual. Otro aspecto muy importante es el alto consumo de papel en la informática. Este consumo se da en las impresiones que se hacen tanto en la etapa de desarrollo de programas como en la posterior aplicación comercial de los programas. Este consumo exagerado tiene un impacto y un coste claros para el medio ambiente: la eliminación de masa forestal, el consumo de energía y la contaminación en el blanqueo de papel. La telecomunicación entendida como la transmisión a distancia de cualquier tipo de información por cable, radio o mediante ópticos, se basa en la utilización de las ondas electromagnéticas para el transporte de las señales. El uso de esta radiación también tiene un impacto ambiental, en este caso, sobre la salud pública, ya que en determinadas situaciones puede provocar efectos biológicos nocivos para las personas.

Según un estudio hecho por el Instituto Nacional de Higiene y Seguridad en el Trabajo, las lesiones que se pueden producir en el cuerpo humano cuando este se ha sometido a una exposición muy duradera de radiación de radiofrecuencia y/o microondas de gran potencia son, entre otros, los siguientes: hipertermia, quemaduras, cataratas y, en el sexo masculino, esterilidad.

Para poder prevenir estos efectos, hay que conocer cuales son los límites máximos de exposición por debajo de los cuales no hay riesgos para el cuerpo humano. Se distinguen dos tipos de exposición: la laboral, 8 horas, aquella en la que el sujeto está sometido a la radiación sólo durante su jornada laboral; y la del público, 24 horas, aquella en la que el sujeto recibe de manera continuada. Para el primer caso se especifica un TAE menor de 0.4 W/Kg, y una TAE menor de 0.08 W/Kg para el segundo.

Los efectos biológicos que se pueden producir para una exposición intensa y duradera a la radiación óptica son de tipo térmico, fotoquímico y electromagnético. Si nos restringimos solo a los efectos oculares estos dependen de la longitud de onda de la radiación y pueden provocar fotoqueratitis o cataractes en las bandas de ultraviolado, quemada de la retina en el margen de infrarrojo.

Finalmente, hay que recordar que la Ley general de las telecomunicaciones establece que los niveles de radiación radioeléctrica no pueden suponer ningún peligro para la salud pública; en consecuencia, las instalaciones radioeléctricas de potencia elevada se deberán situar en lugares en los que se garantice que la densidad de potencia radiada no pueda perjudicar a las personas que viven o trabajan cerca.



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