Según dos informes sobre la reforma fiscal medioambiental, publicados por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), los gobiernos europeos podrían reducir el impuesto sobre la renta, aumentar la innovación y reducir la contaminación mediante la introducción los impuestos medioambientales siempre y cuando estén bien enfocados. Además estos se reciclarían de nuevo como ingresos en la economía. La reforma fiscal medioambiental se define como una reforma del sistema tributario nacional, en la que se produce un cambio de la carga de impuestos, por ejemplo, de la mano de obra a las actividades dañinas para el medio ambiente, tales como el uso insostenible de los recursos o la contaminación. En junio de 2011, los eurodiputados acordaron una supervisión mejor del desarrollo sostenible europeo.

La Agencia también destaca cuatro posibles tipos de efectos de la reforma. El primer efecto es hacer que varios productos o actividades más caros, mientras que el segundo efecto viene de la distribución directa o indirecta de estos ingresos extra. En tercer lugar, la creación de empleo y la innovación ecológica pueden ser otra consecuencia de este proceso. Por último, una reforma eficaz también se traduciría, según la AEMA, en beneficios ambientales, por ejemplo mediante la reducción de la contaminación. Además, los informes muestran que, incrementando el impuesto sobre la contaminación y sobre otras actividades perjudiciales para el medio ambiente, los gobiernos pueden usar los fondos adicionales para proporcionar incentivos a la innovación como el desarrollo de energías renovables. Para las economías avanzadas, como las de la UE, estos esquemas sirven para crear nuevas tecnologías que pueden ser exportados a nivel mundial.

Las evaluaciones se basan en el análisis de las políticas en Alemania y los Países Bajos, que mostraron que la reforma y otros instrumentos de política medioambiental tiene efectos muy positivos en cuanto al aumento de la innovación. Los efectos económicos más amplios de la reforma también se analizaron en Alemania, donde los impuestos medioambientales cortaron las cotizaciones de las pensiones y crearon unos 250.000 puestos de trabajo. Además, el modelo sugiere que el aumento del precio de la emisión de una tonelada de dióxido de carbono a hasta 68 euros para el 2020 podría crear 152.000 nuevos puestos de trabajo en Alemania.



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