El éxito de un espacio verde depende en una tercera parte de un buen diseño, sobre todo en cuanto a la calidad del terreno y al acierto en la elección de las especies, y en dos terceras partes de una buena conservación. Los principios que deben primar en el establecimiento de los planes de conservación son:

  • Buen estado vegetativo y fisiológico de las plantaciones.
  • Conservación de las instalaciones.
  • Alcanzar un buen grado de satisfacción entre los ciudadanos usuarios.

Las labores de conservación del verde y de las instalaciones están bastante estandarizadas pero, a pesar de ello, son muy variables de acuerdo con las características concretas de cada área y con otros muchos factores. Estas labores de conservación cubren las necesidades naturales de las plantas tanto en su proceso de crecimiento, reproducción, ciclo vegetativo, etc., como en los que se derivan del uso de la zona, deterioros, desgastes, etc. A modo de inventario pueden señalarse cinco grandes bloques:

    • Conservación.
    • Abonados.
    • Tratamientos de plagas y enfermedades.
    • Podas.
    • Reposición.
    • Labores para la conservación. Estas labores no son necesarias para todas las plantas y dentro de ellas el grado o forma de aplicación así como las posibilidades de mecanización son muy diversas. La mecanización está muy implantada en las tareas de conservación del verde urbano, pero la intervención manual es todavía muy importante en gran parte de las labores y operaciones. Las diferentes labores utilizadas para la conservación de los espacios verdes son las siguientes:
      • Riego. Es una de las operaciones más importantes a realizar sobre el verde, ya que la falta de agua asegura la pérdida de muchas especies vegetales y su escasez provoca defectos en el desarrollo normal de la planta y propicia la aparición de plagas y enfermedades.
      • Siega. Esta operación se centra exclusivamente en las labores de conservación de céspedes y praderas. El corte de las plantas cespitosas tiene esencialmente una función ornamental. La siega consume gran parte de los recursos económicos destinados a la conservación de los espacios verdes.
      • Desbroce. Se utiliza para cortar la vegetación indeseada. Por lo general, su objetivo es limpiar, aclarar áreas forestadas, cortar la maleza o los árboles y arbustos nacidos espontáneamente, etc.
      • Cavas y escardas. Su función es la de mejorar la superficie del terreno y eliminar las malas hierbas. La profundidad de la labor es de unos doce centímetros y se realiza con herramientas manuales como la azada o el escarificador.
      • Aireación y recebado. Esta labor se efectúa sobre los céspedes. La aireación remedia periódicamente esta situación rompiendo la costra superficial y proporcionando permeabilidad al terreno. El recebado consiste en depositar sobre el suelo una mezcla de compost y arena, normalmente en una proporción de dos kilos por metro cuadrado.
      • Perfilado. Tiene por objeto mantener el límite entre diversas especies tapizantes, ya sean céspedes, praderas o áreas vivaces, arbustos, etc. Además de la vegetación superficial debe arrancar las raíces de las plantas que sobresalen, ya que muchas de las especies utilizadas se reproducen por acodo o por ahijado de la planta.
      • Resiembras y reposiciones.

    • Abonado y fertilización. Estas labores tienen por objeto reponer los elementos nutrientes que el suelo va perdiendo debido al consumo de las plantas y a otros motivos. Los suelos contienen compuestos básicos que son fundamentales para la alimentación de la planta: nitrógeno, fósforo, potasio y, en menor cantidad, otra serie de microelementos como hierro, cobre, boro, etc. Los abonos suelen ser elementos orgánicos naturales ricos en humus que suelen proceder de excrementos de animales o de la fermentación de elementos orgánicos, restos de vegetales, etc. Los fertilizantes, aunque también los hay de origen natural, suelen ser productos químicos, y se caracterizan por una acción rápida pero poco natural, ya que aportan los elementos químicos con bastante grado de pureza.

  • Podas, recortes y pinzamientos. Estas labores son propias de las especies leñosas, sobre todo, durante los primeros años, pero también se realizan en plantas vivaces y anuales. Consiste en eliminar ramas y, en ocasiones, raíces para asegurar el equilibrio vegetativo.Los pinzamientos o poda verde, se realiza esencialmente sobre plantas vivaces y anuales y su objetivo es provocar la máxima cantidad de flores. El pinzamiento es muy beneficioso y se puede realizar cuando se considere conveniente.


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