El barrido mecánico se debe aplicar en todas aquellas calzadas, aceras, plazas y áreas peatonales que dispongan de pavimento continuo y libre de obstáculos. En las calzadas, para que el trabajo sea verdaderamente efectivo, es imprescindible que el bordillo no esté ocupado por vehículos aparcados. Desgraciadamente, cada día son más escasos los bordillos libres de estacionamiento, y más difícil y complicado programar recorridos homogéneos y sin grandes desplazamientos sin barrer entre tramo y tramo de calle libre de estacionamiento.

El bordillo puede estar libre de vehículos en las siguientes circunstancias:

  • Cuando está prohibido el estacionamiento de vehículos.
  • Cuando el estacionamiento está sujeto a regulación horaria.

Frecuentemente, a pesar de estar prohibido estacionar, suele haber en las vías vehículos aparcados que dificultan la labor del barrido mecánico. Si estos vehículos aparecen de forma esporádica, obligan a la barredora a desviarse de su trayectoria, esquivarlo y volver al bordillo una vez sobrepasado este, quedando sin barrer entre 10 y 15 metros de bordillo. En estos casos, y si la longitud de la calle que se deja de barrer no supera el 40% de la longitud total del viario, todavía resulta efectivo realizar el barrido mecánico.

Para aplicar el barrido mecánico en una ciudad es necesario establecer una clasificación de las calles en las que es posible programar este tipo de tratamiento. Esta clasificación se hará atendiendo al tipo de equipo más adecuado en cada caso, teniendo en consideración el tamaño, la capacidad de residuos, la maniobrabilidad y la movilidad, y prescindiendo del sistema de carga de los residuos. La catalogación habitual de la aplicación de los tratamientos de barrido mecánico es la que se indica en la tabla al margen.

En el caso de las aceras, el barrido mecánico podrá aplicarse en todas aquellas que tengan una anchura mínima de 2 metros, que no cuenten con excesivos obstáculos y que dispongan de vados o rampas por donde las máquinas puedan acceder. El barrido mecánico de estas superficies se debe hacer principalmente con barredoras pequeñas y ligeras, y para esta labor es más recomendable y efectivo que sean de aspiración.

GRANDES AVENIDAS, VÍAS DE PENETRACIÓN Y AUTOVÍAS

Bajo este epígrafe tienen cabida los grandes viales de entrada en las ciudades, las vías de penetración hacia el centro urbano y los cinturones de circunvalación que descongestionan y canalizan el tráfico. Muchas de estas vías no disponen de acerado y no son transitables para los peatones. Sus características principales son:

  • Anchura de la calzada superior a 10 metros.
  • Varios carriles de circulación en cada sentido.
  • Prohibición de estacionamiento.
  • Longitudes considerables.
  • Trazado muy lineal.
  • Intensidad de tráfico alta.

Para estas vías el barrido mecánico es el único tratamiento de limpieza posible, ya que sus propias características hacen inviable el barrido manual.

En estos viales urbanos, la barredora más recomendable es la pesada, con capacidad de tolva de carga de hasta 7 m3. Se optará por una barredora de arrastre si es previsible la aparición de tierras y objetos voluminosos, lo que suele ocurrir en las vías de entrada y alrededores de la ciudad, y en el caso de viales más integrados en el casco urbano, por una barredora de aspiración, que se adapta perfectamente a estas vías y consigue muy alto rendimiento y calidad.

CALLES URBANAS EN GENERAL

En este apartado se incluyen las calles más habituales de la ciudad, que conforman la mayor parte de las vías públicas del núcleo urbano. En estas áreas predominan los usos residenciales con densidad comercial media y con una producción de residuos viarios generalmente importante.

Lo representativo de estas áreas es:

  • Anchura de calzada entre 5 y 10 metros.
  • Dos o más carriles de circulación.
  • Uno o ambos bordillos con estacionamiento.
  • Longitudes de calles normales.
  • Trazado lineal.
  • Intensidad peatonal alta.
  • Intensidad de tráfico alta.

También se incluyen todas aquellas calles de zonas exclusivamente residenciales con viviendas unifamiliares y en las que la mayor parte de los bordillos están libres de estacionamiento por no existir actividad comercial ni de negocios.

Para este tipo de entramado urbano, las barredoras más adecuadas son las de tipo mediano con capacidad de tolva de 1,5 a 3 m3, que por su tamaño, características y maniobrabilidad, se adaptan perfectamente a esta estructura urbana.

El sistema de recogida de los residuos puede ser tanto de aspiración como mecánico por arrastre. Deben estudiarse bien las características de los residuos para adaptar el tipo de barredora, características de detalle y accesorios precisos, con objeto de que la planificación del servicio se ajuste plenamente a las necesidades concretas de estas zonas.

Este tipo de barredora puede ir montada sobre un chasis de camión de gama ligera, con un peso máximo autorizado inferior a los 3.500 kilos; pero es muy frecuente en estas gamas de fabricados integrar todo el equipo en un vehículo único importante.

CALLES ESTRECHAS

Este tipo de vías se circunscribe a los cascos históricos. La mayoría de los pueblos y ciudades españolas poseen un área de estas características; en algunas de ellas, como Toledo, Girona o Granada están formados por los antiguos barrios judíos o musulmanes, que llegan a tener callejas de menos de un metro de anchura.

Ocasionalmente, estas vías tienen escaleras, diferencias de nivel y otras singularidades urbanísticas que dificultan los tratamientos mecanizados de limpieza.

Las características de este conjunto de calles suelen ser:

  • Anchuras de calzada inferiores a los 5 metros
  • Acerados estrechos, no llegando en la mayoría de los casos a un metro de anchura.
  • Uno o, a lo sumo, dos carriles de circulación.
  • Un bordillo libre de estacionamiento y, a veces, los dos.
  • Trazado no lineal.
  • Longitudes de calles cortas.
  • Intensidad peatonal de media a alta.
  • Intensidad de tráfico media.

A efectos del tratamiento de barrido mecánico, se asimilan a las características de las calles estrechas todas las pequeñas glorietas que existen en los cruces de las calles y avenidas de las ciudades cuyos bordillos libres de estacionamiento presentan los mismos problemas. Para estas zonas se necesitan barredoras de pequeño tamaño con tolva de carga de 1,5 a 2 metros cúbicos, para que puedan desenvolverse bien por calles en las que a veces es difícil transitar con un turismo de tamaño medio.

Las barredoras pequeñas pueden disponer de un tercer cepillo situado en un brazo articulado auxiliar que les permite barrer la acera a la vez que avanzan barriendo el bordillo, siempre que esta sea de anchura inferior a un metro y no tenga excesivo mobiliario urbano que obstaculice la operación; de este modo, la barredora va integrando los residuos viarios de la acera con el resto de los que recoge desde la calzada. El tercer cepillo es un accesorio que teóricamente presenta grandes ventajas, pero en su aplicación práctica encuentra gran cantidad de incidencias que merman su eficacia.

Para este tipo de aplicación, eminentemente urbana, el sistema de recocida de residuos por aspiración es muy adecuado, aunque no deben desecharse los sistemas de arrastre que también se incorporan en algunos modelos.

Este tipo de barredora suele formar un equipo único integrado en un chasis autoportante de pequeño tamaño, aunque hay soluciones que permiten la adaptación de cajas y cabezales de barrido a pequeños chasis independientes. El sistema de carga de las barredoras adecuadas a este trazado urbano puede ser tanto mecánico como de aspiración.

ACERAS Y ÁREAS PEATONALES

Las áreas peatonales y las aceras con anchura suficiente se pueden limpiar perfectamente aplicando un tratamiento de barrido mecánico mediante máquinas barredoras pequeñas con tolva de 1,5 a 2 m3 y gran maniobrabilidad. Para que ello sea posible, es imprescindible que las aceras tengan pocos obstáculos y que dispongan de rampas o vados por donde puedan acceder las barredoras. Hay modelos capaces de subir las aceras por la configuración o presión de las ruedas, pero es mejor disponer de rampas de acceso, ya que la brusquedad de la subida de acerados hace resentirse mecánicamente a estos equipos de configuración ligera.

La maniobrabilidad es una característica importante en este tipo de tratamiento, pues sin duda se encontrará con algunos obstáculos a sortear. La máxima maniobrabilidad asegura las menores pérdidas de eficacia. Además de esta, las barredoras para aceras deben ejercer, por su peso y por la superficie de apoyo de sus ruedas, presiones discretas sobre el acerado. Las especificaciones técnicas generalmente utilizadas para estos pavimentos determinan como límite mínimo de resistencia 125 kg/cm2. Este tipo de equipos no debe llegar a estos valores.

Las barredoras con sistemas de carga por aspiración son las más adecuadas para estas zonas; sólo la aspiración permite extraer el polvo y los residuos de pequeña granulometría de los realces que forman los dibujos de las losas de los acerados y pavimentos peatonales. Las barredoras de arrastre, al parase, avanzar en marcha atrás y girar bruscamente, desprenden residuos de su sistema de carga y dejan rayas y pequeños montones de polvo o restos, siendo sin embargo plenamente eficaces en avances continuados y sin excesivos giros.

En el tratamiento de áreas peatonales también se utilizan barredoras aspiradoras mecánicas de tipo muy Iigero que son manejadas por un operario andando. Estos equipos son muy útiles en áreas de gran superficie que precisen y saturen a una de estas unidades y dispongan de un lugar cercano donde aparcarla. Un problema para estos equipos es su falta de movilidad, que obliga a un importante gasto y pérdida de tiempo para situarlos en las zonas a limpiar. Son especialmente adecuadas para servicios de repaso en aceras y áreas peatonales con mucho tráfico de viandantes, pues por su pequeño tamaño y maniobrabilidad, las molestias que causan son mínimas.

Para estas mismas funciones de tratamiento de repaso de áreas peatonales existen equipos que, por diversos sistemas, ofrecen soluciones prácticas a estas necesidades. Un buen número de estos son barredoras de aspiración cuya boca es manejada manualmente por un operario desde el propio equipo, con lo cual puede centrar la operación sobre objetos concretos, dentro del más estricto concepto de lo que es el barrido de repaso.

ZONAS INDUSTRIALES

Por lo general, los viales de los polígonos industriales están formados por amplias calles con trazado muy rectilíneo en las que se pueden aplicar sin ninguna dificultad los tipos de máquinas barredoras definidas para las grandes avenidas y vías de penetración.

Como consecuencia del enorme tráfico que soportan estas zonas y de las operaciones de carga y descarga, el tratamiento de barrido mecánico a veces resuIta impracticable. Por ello, es conveniente programar los servicios de barrido mecánico de las calzadas de las áreas industriales en horario nocturno o bien en el fin de semana, cuando la actividad industrial ha cesado.

El tipo de barredora más apropiado para estas zonas es el de arrastre, ya que es frecuente encontrar residuos atípicos de volumen considerable, graneles, tierras y restos procedentes de la actividad industrial. Este tipo de tratamiento es idóneo para limpiar zonas de descarga de graneles en puertos, lonjas y lugares en que se desarrollen actividades de descarga y manejo de grano, carbón, áridos, etc.

UTILIZACIONES COMPLEMENTARIAS DEL BARRIDO MECÁNICO

Las barredoras de aspiración permiten otras aplicaciones, generalmente auxiliares, de la limpieza viaria, gracias a que pueden desviar su fuerza de aspiración a un mangote que, manejado manualmente, resulta útil tanto para la recogida de residuos de características especiales, como para acceder a lugares a los que no puede llegar la acción de los cepillos.

  • Limpieza de alcorques. Un buen número de las calles de pueblos y ciudades tienen plantados árboles alineados con el bordillo. Es habitual que el tronco del árbol tenga una reserva de espacio en el acerado, el alcorque, para poder desarrollarse y para un mejor aprovechamiento de nutrientes y agua de riego. Hay métodos para cubrir estos alcorques, generalmente con piezas de fundición extraíbles, integrándolos o nivelándolos con el acerado. Estos sistemas se utilizan sólo en casos excepcionales; lo normal es que este hueco quede abierto.

En los alcorques cae una parte de los residuos viarios que los viandantes tiran a las aceras, circunstancia que dificulta la limpieza. Los servicios de barrido mecánico pueden limpiar los alcorques siempre que cuenten con barredoras de aspiración provistas de mangote. Para ello, las barredoras deben circular por la calzada y detenerse frente a cada alcorque mientras el operario maneja el mangote y aspira todos los desperdicios que se han depositado en él. Las barredoras pequeñas de aspiración también pueden efectuar esta labor circulando por la acera si es necesario.

Actualmente hay pequeños vehículos de aspiración en los que el mangote es dirigido desde la cabina por el propio conductor. Estos equipos son ligeros, y es conveniente tenerlos en consideración para esta y otras tareas similares.

  • Recogida de hoja. Las hojas secas de los árboles caducifolios, en especial del falso plátano o castaño de Indias, representan un verdadero problema para muchas ciudades, pues los servicios de barrido manual no están utillados para asumir estas producciones masivas de residuos, tienen que invertir gran parte de su tiempo en la recogida y se ven obligados al consumo de grandes cantidades de bolsas que incluso pueden llegar a colapsar los contenedores de residuos urbanos.

Si no se dispone de equipamiento específico para esta aplicación, el uso de la barredora de aspiración puede ser útil. Una buena solución para eliminar esta punta estacional de residuos viarios consiste en crear brigadas especiales para la labor, que van formando, con cepillos anchos, grandes montones de hojas sobre las aceras, lo más próximos posible al bordillo. Ya amontonadas, una barredora pesada de aspiración las succiona fácilmente mediante el mangote de aspiración manejado por un operario.

Los cepillos son el elemento básico de las barredoras, especialmente en las de arrastre. En la mayoría de los casos son de dos tipos: cepillos laterales y cepillos centrales, siendo los primeros de eje vertical y los segundos de eje horizontal.

Todos los cepillos disponen de un mecanismo que les permite regular el grado de presión sobre el pavimento y adaptarse así a las características de este y de los residuos existentes.

El cada vez más profundo conocimiento de las necesidades de limpieza y de los materiales, así como la investigación permanente en busca siempre de mayor efectividad, calidad de limpieza y duración, han permitido a los fabricantes de máquinas barredoras y de cepillos ir incorporando todas las novedades tecnológicas y de diseño que estos elementos demandan.

Los cepillos laterales o de eje vertical suelen estar colocados en la parte anterior de la barredora y están formados por un soporte circular en el que se introducen las fibras. Las fibras van insertadas en forma de tronco de cono hueco de unas dimensiones tales que el diámetro de la base inferior prácticamente dobla al de la superior.

Este soporte también puede estar formado por varios sectores unidos entre sí.

Estos cepillos son los encargados de arrancar los residuos adheridos al pavimento y acercarlos al centro de la barredora, donde son recogidos por el cepillo central. sus diámetros oscilan entre 400 y 800 milímetros, con espesores entre 150 y 300 milímetros.

Los cepillos centrales son los encargados de enviar los residuos viarios, una vez recibidos por los cepillos laterales, hasta el sistema mecánico de elevación o hacia la boca de aspiración. Están construidos sobre una armadura en forma de cilindro donde se insertan las fibras en hileras, que pueden ser rectas, en forma de uve o en forma helicoidal. Los materiales en los que están fabricados estos filamentos son los mismos que para los cepillos laterales, y el soporte puede estar construido con materiales plásticos o de madera.

La longitud del cepillo central de las barredoras depende de los modelos, pero puede oscilar entre 110 y 200 centímetros.



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