Se conocen como residuos agrícolas y forestales, todos aquellos que se generan a partir de cultivos de leña o de hierba y los producidos en el desarrollo de actividades propias de estos sectores. Más concretamente, estos residuos se obtienen de los restos de cultivos o de limpiezas que se hacen del campo para evitar las plagas o los incendios y pueden aparecer en estado sólido, como la leña, o en estado líquido, como los purines u otros elementos residuales obtenidos en actividades agropecuarias. Los dos grupos de residuos se generan por necesidades forestales, no energéticas, y son materiales que no tienen calidad suficiente para otras aplicaciones que no sean las energéticas.

Los residuos agrícolas provienen de cultivos leñosos o herbáceos, que se caracterizan por una marcada estacionalidad, tanto por razón del momento de su producción como por la necesidad de retirarlos del campo en el menor tiempo posible para no interferir en otras tareas agrícolas y evitar la propagación de plagas e incendios.

También hay que incluir en este apartado los residuos de industrias agrícolas y agroalimentarias, tales como la fabricación de aceite de oliva, elaboración de frutos secos, industrias vinícolas, etc.

Los residuos forestales, por su parte, pueden proceder por una parte del mantenimiento y mejora de las montañas y masas forestales, cuando se hacen podas, limpiezas, etc. y, por otra, de los residuos resultantes de cortar los troncos de los árboles para hacer productos de madera. Estos trabajos generan unos residuos que es necesario retirar del bosque puesto que constituyen un riesgo muy importante en la propagación de plagas y de incendios forestales.

Dentro de este grupo de residuos también se incluyen los residuos generados por las industrias forestales, que son susceptibles de ser usados como combustibles. Entre estas industrias se encuentran las serradoras o industrias de primera transformación, los fabricantes de productos elaborados de madera, los fabricantes de productos de corcho y los fabricantes de pasta de papel.

Otra fuente de origen de la biomasa residual la constituyen las instalaciones agropecuarias de cría de animales. Los residuos en forma de purines tienen un alto contenido orgánico y constituyen una fuente con un elevado potencial de valoración energética.

Los residuos agrícolas y forestales después de ser transformados por diversos procesos, dan lugar a diferentes productos que pueden tener aplicaciones variadas. Los productos que se obtienen pueden ser sólidos, líquidos o gaseosos y dependiendo del caso, tendrán diferentes aplicaciones como el calor, la electricidad o la fuerza motriz.

De una manera directa, la combustión de los residuos forestales y agrícolas pueden ser una fuente energética para la calefacción en el ámbito doméstico, tanto en las instalaciones individuales como colectivas.

Tanto los residuos agrícolas como los forestales presentan una marcada estacionalidad, tanto por el momento de su producción como por la necesidad de retirarlos del campo en el menor tiempo posible para no interferir otras tareas agrícolas, y evitar la propagación de plagas o incendios. Estos residuos, los herbáceos, se ven afectados por la posibilidad de ser empleados en su totalidad o en parte para la alimentación del ganado.

Los residuos ganaderos son los producidos por los propios animales al usar la biomasa vegetal como alimento. Este tipo de residuo se incluye dentro del grupo de la biomasa animal, y puede ser originada por un animal vivo o uno muerto. En el primer caso, dan lugar a los estiércoles, purines o camas, y en el segundo, a los residuos de matadero. El aprovechamiento de estos residuos con fines energéticos necesita un tratamiento previo de descomposición de la materia orgánica en unas condiciones de operación específicas, y se obtiene lo que se conoce como biogás y que se utiliza como combustible.


Redacción Ambientum


 



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