El tabú de beber de la depuradora se rompió en el 2007 en una zona de California. La experiencia del condado de Orange revela que además el sistema ahorra energía.

La semana pasada, el conseller de Medi Ambient expresó su admiración por Israel. Ante las sonrisas de los presentes, pues históricamente los gobiernos israelís nunca han caído muy simpáticos a los militantes de izquierda, Farncesc Baltasar añadió que se refería solo al plano hídrico. Lo que se calló, seguramente, es que también siente admiración, hídricamente hablando, nada menos que por los mismísimos Estados Unidos. Varios de sus estados, los que están más expuestos a las sequías, confían en el agua reciclada como parte de su suministro doméstico.

Para aquellos a quienes lo de reciclar, aunque se vincule con el agua, les suene demasiado progre y verde, es bueno recordar que una de las referencias en el campo del agua regenerada es Orange County. Integrante de la megalópolis de Los Ángeles, es imposible encontrar en EEUU un estado más republicano y, por tanto, conservador, que Orange County. Sus ciudadanos más universales han sido el actor John Wayne y el presidente Richard Nixon (el aeropuerto, curiosamente y por culpa del caso Watergate, lleva el nombre del actor). Pues ahí es donde, en 1976, se puso en marcha la utilización de agua purificada para, como en el caso del Llobregat, frenar la salinización de los acuíferos.

Nueva planta

El pasado noviembre, y a causa también de la escasez de agua, la agencia del agua del condado –Orange tiene tres millones de habitantes– empezó a suministrar agua reciclada al acuífero que surte al territorio. La práctica habitual en Estados Unidos, y ahora en Barcelona, es usar esta vía indirecta. En todo el mundo, solo en la capital de Namibia, Windhoek –que suministra recursos regenerados para consumo desde 1968–, se sirve agua directamente –tal es la calidad del agua– a la red de distribución, es decir, sin vertido previo a río o acuífero.

En su nueva planta de 300 millones de euros, en Fountain Valley, se purifican y se potabilizan un centenar de hectómetros cúbicos anuales de agua. Eso permite al condado la autonomía suficiente para no depender del agua del río Colorado y del norte del estado de California. Además, según asegura la agencia del agua del condado, la producción de esta agua requiere el 50 menos de energía que importar agua.

La de Orange County es solo una de las 12 agencias estadounidenses que emplean ya agua reciclada. Todas ellas se hallan, lógicamente, en aquellos estados –California aparte– cuyos nombres ya dan sed solo con ser pronunciados: Arizona, Nevada (Las Vegas), Tejas y también, pese a tener unas importantes zonas húmedas, Florida.



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