Con el final de la Navidad, terminan las restricciones de circulación en Gran Vía. La avenida, eso sí, mantiene sus aceras ampliadas -que han ganado 5.400 metros-. El espacio para los peatones ha aumentado de ocho metros a 14 mientras que la calzada ha pasado de 22 a 16. Si antes un 27% de la calle era para los viandantes y un 73% para los motorizados, ahora es de un 47% y un 53%, respectivamente.

Por la Gran Vía transitan a diario 65.000 personas y 44.000 vehículos, según datos del Ayuntamiento. Gracias al dispositivo municipal, las pasadas Navidades “el tráfico disminuyó un 14% durante los días sin restricciones y un 39% cuando hubo restricciones”, concluye un informe elaborado por el Consistorio.

De los aledaños también desaparecieron coches. Mientras que en el resto de la ciudad, el tráfico “se ha mantenido similar”. A la vez, crecieron los viajes de transporte público, “superando en algunas estaciones el 20%”, aclaran en el texto, en base a los números del Consorcio de Transportes. Son buenos datos.

“Probablemente, la ciudad europea con el plan más ambicioso para mejorar la calidad del aire este año, no sea la primera que se te venga a la cabeza”. Así arranca un artículo en la publicación CityLab, una referencia en urbanismo dependiente del mensual estadounidense The Atlantic. “No es una sospechosa habitual como Ámsterdam, Copenhague o París”, continúa la pieza; “de hecho es Madrid, que está embarcada en el que puede ser el año más verde de su historia”.

El texto menciona la ampliación de BiciMad, el primer autobús 100% eléctrico, el protocolo contra la polución o el dispositivo de Navidad. Todas esas medidas están dentro del Plan A para reducir la contaminación. “Porque no hay un plan B”, afirma el lema del Ayuntamiento para dar a conocer las medidas.



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