Hay que buscar medidas más extremas que luchen contra la contaminación atmosférica

“Tenemos que buscar medidas que luchen estructuralmente contra la contaminación atmosférica”, ha señalado el investigador Hugo March Corbella, del grupo Urban Transformation and Global Change Laboratory (TURBA) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

A partir del pasado 1 de diciembre el Ayuntamiento de Barcelona puso en marcha las primeras restricciones a la circulación de los automóviles más antiguos y contaminantes con el objetivo de reducir la polución un 30 % en 15 años.

La medida afectará a un 7 % de los turismos (106.018) y a un 16 % de las furgonetas (22.049) de Cataluña, que no podrán circular por Barcelona y 40 municipios del área metropolitana a partir del 1 de enero de 2019, y desde mañana ya no lo podrán hacer los días con más concentración de polución. Para los expertos estas iniciativas son interesantes para afrontar los picos de contaminación, pero piden ir más allá, porque sin medidas radicales será difícil revertir la situación de contaminación en la conurbación barcelonesa.

La investigadora Laura Calvet Mir TURBA) apuesta por replantear no solo la movilidad: “Hay que valorar medidas como la relocalización de puestos de trabajo y el aumento del teletrabajo para reducir el número de desplazamientos y, sobre todo, la potenciación del transporte público“.  En cuanto a la decisión impulsada en el área metropolitana de Barcelona, March opina que una de las ventajas es que “es una medida barata para la Administración”. 

El investigador apunta que hay que acompañar la iniciativa con medidas dirigidas a reducir permanentemente el número de personas que usan el vehículo privado para moverse, sin que ello penalice a las capas con menos poder adquisitivo.  En este sentido, una medida emprendida en el Área Metropolitana es ofrecer tres años de transporte gratuito a los ciudadanos que den de baja un vehículo contaminante.

Peaje urbano

Albert Solé-Ribalta, investigador del IN3-UOC y experto en políticas de reducción de la congestión, defiende el cordon pricing (peaje urbano), que promueven ciudades como Londres, y que consiste en aplicar una tasa por acceder a un punto concreto de la ciudad. Solé-Ribalta ha publicado el estudio “Decongestion of urban areas with hotspot pricing” con otros investigadores sobre el efecto del cordon pricing en Madrid y Milán.

“El objetivo es limitar las grandes aglomeraciones de vehículos mediante microtaxis. Con medidas como ésta vemos que se reduce la contaminación y también hacemos que el tráfico sea más fluido”, afirma. Según el estudio, las políticas basadas en tasas obtienen resultados aceptables en la reducción de la contaminación y de la congestión de tráfico.

Solé-Ribalta insiste que podría ser una buena alternativa para ciudades como Madrid y Barcelona, a las que el gobierno europeo presiona para que apliquen un impuesto urbano para reducir la contaminación, “aunque hay que valorar los problemas sociales en términos de equidad que puede generar“.



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