Desde que se creó la primera página web de la historia, la cual aún se puede visitar, el número de webs existentes en Internet ha aumentado exponencialmente sobrepasando los mil millones. Las cifras de este universo virtual son de vértigo; cada minuto que pasa se mandan unos 150.000 emails, 3,3 millones de posts son creados en Facebook, se realizan 3,8 millones de búsquedas en Google y 500 horas de vídeo son subidas a Youtube.

Teniendo en cuenta estos impresionantes datos, cabe preguntarse distintas cuestiones ¿esta ingente cantidad de información ocupa espacio? ¿precisa de energía el almacenamiento de dicha información? ¿cuánto contamina este almacenamiento? La respuesta a todas estas preguntas, por supuesto, las podemos encontrar en el mismo Internet. La información de casi cualquier página web suele estar almacenada en servidores que ofrecen empresas como esta, y que se concentran en gigantescos centros de datos. Entre los más grandes encontramos uno que ocupa una extensión de 130.000 m2 en Tokio u otro en Chicago que tiene unos 102.000 m2 de superficie.

Para hacer funcionar y mantener estos centros de datos se estima que es necesario el 1,5% del consumo energético mundial. Curiosamente, la mayor parte de este gasto energético se utiliza para refrigerar los sistemas de almacenamiento de datos. En este sentido, cada vez es más usual construir estos centros cerca de los polos. De hecho, en Noruega está en marcha la construcción de la mayor granja de servidores, que cuenta con 600.000 metros2  de superficie, cerca del círculo polar ártico. Además, este centro de datos funcionará con energía hidroeléctrica.

No obstante, la Red de Redes no se limita a los centros de datos en los que está almacenada toda la información, sino que también se compone de toda la infraestructura que hace accesibles estas granjas de datos mediante cables, antenas de móvil y otros dispositivos. Se estima que todo este conjunto que forma Internet consume entre un 8 y 10% de la energía mundial, algo que por sí no es malo: hay que prestar atención de dónde proviene el suministro de energía.

Y es que las grandes compañías tecnológicas como Apple o Microsoft utilizan para sus servidores energía eléctrica proveniente de centrales de carbón. De hecho, se calcula que el 2% del CO2 liberado a la atmosfera es responsabilidad directa del sector TIC. No obstante, estas corporaciones tecnológicas están haciendo esfuerzos por pasarse a energías verdes con iniciativas como la de Microsoft, que está llevando sus centros de datos al fondo del mar para facilitar su refrigeración y utilizar la fuera mareomotriz como fuente de energía.

AUNQUE CONTAMINE, INTERNET ES PARTE DE LA SOLUCIÓN

Por lo tanto queda claro que Internet no solo ocupa espacio y consume energía, sino que es responsable de una parte de la contaminación y del ya palpable cambio climático de nuestro planeta. Sin embargo, parece que la existencia de Internet está contribuyendo a tener un planeta más sostenible. Solo hay que pensar en la desmaterialización de muchos servicios que antes precisaban de un medio material, como por ejemplo el visionado de películas, con el que ya no hace falta ni cintas ni DVD (con el consecuente ahorro de plástico).

Por otro lado, un informe publicado por BT, en colaboración con la Estrategia de Accenture indica que: “las soluciones basadas en las TIC podrían ofrecer una reducción de las emisiones de 0,105 Gt (miles de millones de toneladas) en España”. Por lo tanto, es relevante la importancia que tiene Internet para preservar nuestro planeta, pero para ello hay que utilizarlo poniendo los esfuerzos en ya no solo conseguir que la Red de Redes se nutra de fuentes renovables, sino que nos ayude a ser más eficientes y sostenibles mediante herramientas como el Big Data.



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