Para organizar este Mundial y acoger a los 3,7 millones de turistas, el gobierno de Brasil ha invertido más de 11 mil millones de dólares.

Según las previsiones de la FIFA, el mundial de fútbol causaría 2,7 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono, lo que representa 534 mil autos conducidos durante un año. El gobierno de Dilma Roussef declaró que, aunque no pagaría los bonos de emisiones de dióxido de carbono, si aceptará las donaciones de empresas en bonos carbonos a cambio de publicidad gratuita.

Se ha buscado que la construcción de los doce estadios (que costaron 3,400 millones de dólares) cuenten con el certificado internacional de edificios sostenibles, LEED, para lo cual se ha tenido en cuenta recomendaciones en el uso del material, de la energía y del agua.

Brasil también ha declarado que su objetivo es que 600 vuelos internos se realicen con 10% de biocombustibles para reducir las emisiones de dióxido de carbono.



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