Un equipo de astrónomos de la Universidad de Cardiff puede haber dado con la respuesta: sean cuales sean las condiciones de un planeta, la vida no surgirá en él si no hay una cantidad suficiente de fósforo. Y la distribución del fósforo en el Universo, y en nuestra galaxia, se produce de forma aleatoria, favoreciendo algunas regiones sobre otras.

El fósforo es un elemento esencial para la vida, pero su presencia, y sobre todo su cantidad, puede no ser más que una simple cuestión de suerte. Una suerte que nos favoreció en la Tierra, pero que pudo dar la espalda a muchos otros mundos de nuestra galaxia, igual o mejor preparados que el nuestro para que la vida comenzara. 

Según nuevas observaciones de la Nebulosa del Cangrejo (los restos de una supernova que estalló en el año 1054 y de la que astrónomos chinos dieron testimonio), la abundancia distribución de fósforo en la Vía Láctea, en efecto, pudo ser mucho más aleatoria de lo que los científicos pensaban hasta ahora.

De hecho, durante una presentación llevada a cabo por los astrónomos Jane Graves y Phil Cigan, de la Universidad de Cardiff, durante la Semana Europea de Astronomía y Ciencias Espaciales celebrada en Liverpool, amplias regiones de nuestra galaxia podrían no disponer del fósforo suficiente para sustentar la vida, incluso si allí hay planetas hospitalarios que reúnan todas las demás condiciones necesarias. La mayor parte del fósforo del Universo se creó durante los últimos estertores de estrellas masivas agonizantes, o en el transcurso de explosiones de supernovas, cuando esas estrellas agotan su combustible, se colapsan y estallan después con inusitada violencia.

Se da el caso de que el fósforo es un elemento muy difícil de observar durante eventos tan violentos, y hubo que esperar hasta 2013 para que los astrónomos lograran hacer las primeras mediciones de ese elemento durante una explosión estelar, detectando fósforo entre los tenues restos de una supernova llamada Cassiopea A. Sorprendentemente, encontraron allí hasta 100 veces más fósforo de lo que se observa, como media, en el resto de la Vía Láctea.

Para comprobar si se trataba de un caso aislado, Jane Greaves y Phil Cigan decidieron apuntar el Telescopio William Herschel (que está en las Islas Canarias) hacia la Nebulosa del Cangrejo, ubicada a unos 6.500 años luz de la Tierra. Pero los datos preliminares, analizados hace apenas dos semanas y que serán presentados próximamente a una revista científica, muestran una cantidad de fósforo mucho más acorde con los valores medios hallados en el gas y polvo interestelar de la Vía Láctea. Una miseria en comparación con la abundancia de ese elemento en Cassiopea A.

La conclusión, tal y como explicó Cigan a Live Science, es que "tener fósforo en abundancia en todas partes, listo para su cosecha, es algo que no está en absoluto garantizado. Parece más bien que la suerte juega aquí un papel más importante".



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