La idea más aceptada sobre el origen de la Luna es que un objeto de tamaño similar a Marte y llamado Theia chocó contra el embrión del planeta Tierra hace unos 4.500 millones de años. El descomunal choque creó una nube de restos que con el tiempo se compactaron y formaron nuestro satélite, gracias a la gravedad.

Por otro lado, se sabe que en aquella era los planetas terrestres se formaron gracias a impactos con embriones planetarios. Entonces, ¿esto no afectó a la Tierra con otras colisiones, aparte de Theia? ¿Fue el pasado todavía mucho más convulso de lo que pensamos?

Varios científicos sugieren que sí. Un estudio publicado recientemente en ArXiv y que está en revisión para ser publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society estudia qué habría ocurrido si, además de Theia, el planeta hubiera sufrido otros grandes choques.

Los autores plantean la posibilidad de que la Tierra estuviera rodeada, durante 10 a 100 millones de años, por multitud de embriones de lunas (protolunas), nacidos de los grandes impactos. Las simulaciones han mostrado que es posible que estas lunas acabaran bombardeando el planeta, en una auténtica lluvia cataclísmica, que habría dejado a la Luna sola en su órbita.

Colisiones gigantes

«Las últimas etapas del crecimiento de planetas terrestres (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) se caracterizan por las colisiones gigantescas entre embriones planetarios», ha explicado a Universetoday.com Uri Malamud, primer autor del estudio e investigador en el Instituto Tecnológico Technion (Israel). «Colisiones así formaron grandes discos de restos, que pudieron convertirse en lunas. Tal como sugerimos, la tasa de los impactos y la evolución de las lunas hacen que la existencia de múltiples lunas y una lluvia de estas sean una parte inherente e inevitable de la teoría actual de formación de planetas», ha enfatizado Malamud.

Los autores revisan lo que pudo ocurrir en el eón Hádico (de Hades, o infierno), un período teóricamente acontecido hace 4.600 millones de años y hasta los 4.000 millones y que permitió el nacimiento y maduración del planeta Tierra.

Sugieren que, si bien es improbable que el embrión terrestre sufriera muchos impactos de grandes objetos, como Theia, es probable que sufriera un número considerable de impactos con objetos menores pero considerables que llevaran al embrión del planeta a rodearse de una capa de pequeñas lunas.

Una lluvia de lunas

Los autores explican que estas lunas pudieron fundirse, ser expulsadas o bombardear la Tierra. En su estudio analizan precisamente la última opción.

A través de simulaciones de fluidos, han considerado varios escenarios con diferentes tamaños de proto-lunas, distintos ángulos de impacto y varias velocidades de rotación de la Tierra embrionaria. Las simulaciones finalizaron con escenarios de formación de pequeñas lunas, que interaccionaron entre sí.

En el ordenador, estas lunas chocaron contra la Tierra. Así, observaron que era perfectamente posible que la proto-Tierra adquiriera el período de rotación que actualmente tiene nuestro planeta: 23 horas, 56 minutos y 4,1 segundos.

Malamud sostiene que la caída de grandes cuerpos en una Tierra recién nacida generaría asimetrías en la composición de las rocas terrestres, que hoy podrían buscarse, y que incluso podría estar detrás de la formación del primer súper continente del planeta. «Este aspecto, sin embargo, es más especulativo, y es difícil poder confirmarlo, dada la evolución geológica del planeta desde tiempos tempranos», ha dicho.

Fuente: ABC,



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