¿Qué cómo es posible? La respuesta es sencilla. Remontémonos unos años atrás, al inicio de la carrera espacial. El 25 de mayo de 1961 el presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, presentaba ante el congreso americano el proyecto de enviar un hombre a la Luna. Poco después, el 12 se septiembre de 1962, en un discurso histórico, ante los asistentes a la arenga en la Universidad de Rice, el mismo Kennedy hacía pública la firme determinación del gobierno estadounidense de lograr, en el transcurso de la década, de materializar el sueño de la conquista de nuestro satélite.

Fue así una década templada con tendencia a las altas temperaturas en lo que al clima político hizo referencia. Con la Crisis de los Misiles en Cuba a la vuelta de la esquina y en pleno auge de lo que se conoció como la Guerra Fría, el mundo contenía la respiración. La Unión Soviética, en un pulso de naciones por demostrar cual era la potencia económica y militar más poderosa del mundo, y en el contexto de la Carrera Espacial que se venía desarrollando desde 1957, se apuntaba a la competición por alcanzar la Luna un año después del anuncio del presidente Kennedy.

Finalmente fueron los americanos los primeros en lograr la hazaña: la misión Apolo 11 llegó a la Luna y un 21 de julio de 1969, Neil Amstrong bajaba por la escalerilla del módulo lunar y ponía un pie sobre el polvoriento satélite: "un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso por la humanidad". Sin embargo, en el transcurso de aquel camino, fueron dados otros pasos igual de importantes: para la consecución de aquel objetivo se presentaba necesario un salto tecnológico sin igual. Y así, de aquella empresa, surgieron tecnologías de las que, en su conjunto, la humanidad se aprovecha hoy en día, aquí, en la Tierra. Enfrentarnos a un entorno tan hostil como el espacio exterior dio lugar entre otros avances a sistemas de purificación de agua y aire, el desarrollo de las células fotovoltaicas que hoy se pueden encontrar en los tejados de nuestras casas, o los sistemas de comunicación a larga distancia.

De presidente a presidente

Casi 50 años después, la empresa holandesa Groen Agro Control, inspirada por un discurso de otro presidente, el pronunciado por Barack Obama en 2010 sobre las misiones humanas a Marte, comenzó a investigar cuál sería la mejor forma de cultivar y fertilizar plantas en el espacio, y si de ello podrían derivarse mejoras para el cultivo de verduras en la Tierra.

Como explica el portavoz de la empresa, Lex de Boer: “En el espacio, aunque las plantas solo pueden fertilizarse con los minerales transportados hasta allí, queremos obtener cosechas de la máxima calidad”. “Lo ideal sería aprovechar el agua que se evapora de las plantas y convertirla en potable con una purificación mínima. Así, habrá que aplicar cada mineral en una dosis cuidadosamente calculadas para que quede el menor resto posible en el agua de drenaje”.

MELiSSA: del espacio a la huerta

El encuentro con un equipo de la Agencia Espacial Europea, también inspiró a la empresa mientras investigaba el desarrollo de un servicio inteligente que ayudara a los horticultores a mejorar la fertilización en la Tierra. El proyecto Sistema Alternativo de Soporte Microecológico para la Vida -MELiSSA por sus siglas en inglés- desarrolla un sistema de soporte vital "cerrado", en el que todos los recursos se reutilizan y reciclan para satisfacer las futuras necesidades de los humanos en largas misiones previstas, o no, a la Luna y Marte. De este modo, por ejemplo, la totalidad de los residuos orgánicos y el dióxido de carbono obtenido como subproducto debería convertirse en oxígeno, agua y alimentos.

"MELiSSA reconoce que tenemos que desarrollar un sistema autosuficiente aplicable misiones espaciales de larga duración, durante las mismas los astronautas no podrán confiar en entregas regulares de suministros, especialmente a medida que se alejan de la Tierra", explica Christel Paille de la ESA. "Una cuestión clave es el suministro de alimentos y agua. Los astronautas necesitarán cultivar sus propios alimentos con recursos limitados, y reciclar la mayor cantidad de agua posible de ese ciclo de cultivo. Por lo tanto, es vital que desarrollemos un esquema que les diga exactamente la cantidad correcta de fertilizante para aplicar en cada etapa del crecimiento de la planta", añade.



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