La investigación, liderada por Alessandro Silvano, descubrió que el agua de deshielo glacial hace que la superficie del océano sea menos salada y más flotante, permitiendo que el agua cálida de la profundidad retenga su calor y derrita glaciares desde abajo.

Agua del deshielo

“Este proceso es similar a lo que sucede cuando se pone aceite y agua en un recipiente, cuando el aceite flota en la parte superior porque es más ligero y menos denso”, ilustró en su explicación Silvano, del IMAS. Al parecer, lo mismo sucede cerca de la Antártida con agua de deshielo glacial fresca, que se mantiene por encima del agua oceánica más cálida y salada, aislando el agua tibia de la atmósfera antártica y permitiendo que cause un mayor derretimiento de los glaciares.

De esta forma, el aumento del agua de deshielo de los glaciares puede provocar una retroalimentación, impulsando un mayor derretimiento de las plataformas de hielo y, por lo tanto, un aumento en el crecimiento del nivel del mar. Además, el equipo halló que el agua de deshielo fresca también reduce la formación y el hundimiento de agua densa en algunas regiones alrededor de la Antártida, ralentizando la circulación oceánica que absorbe y almacena calor y dióxido de carbono.

Desaceleración de las corrientes

“Las aguas de deshielo glaciales frías que fluyen de la Antártida causan una desaceleración de las corrientes que permiten al océano extraer el dióxido de carbono y el calor de la atmósfera”, explicó el investigador. En combinación, estos dos procesos identificados por los autores del estudio se alimentan entre sí para acelerar “aún más” el cambio climático.

Silvano señaló que descubrir este mecanismo podría explicar el rápido aumento del nivel del mar de hasta cinco metros por siglo al final del último período glacial hace unos 15.000 años. “Nuestro estudio muestra que este proceso de retroalimentación no sólo es posible, sino que de hecho ya está en marcha, y puede impulsar una mayor aceleración de la tasa de aumento del nivel del mar en el futuro”, apuntó. Según los autores, estos resultados sugieren que una mayor cantidad de agua de deshielo glacial puede desencadenar una transición de un régimen frío a uno cálido, caracterizado por altas tasas de derretimiento desde la base de hielo.



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