Tales son los resultados de dos nuevos trabajos publicados recientemente. Uno se remite estrictamente a los datos obtenidos por el satélite Cryosat durante tres años y el otro utiliza una serie compleja de modelos conocido como SeaRise (por las siglas de Sea-level Response to Ice Sheet Evolution).

“Encontramos que la Antártida está perdiendo el doble de hielo de lo que se creía. Esto es debido a que detectamos pérdidas en áreas que no podían ser examinadas por los satélites más antiguos y porque el hielo en otros lugares está ahora achicándose más rápidamente”, señaló a SciDev.Net Andrew Shepherd, de la Universidad de Leeds, autor líder del primer trabajo, publicado en Geophysical Research Letters.

“Las pérdidas de hielo son suficientes para aumentar el nivel global de los mares en aproximadamente 0,4 milímetros por año”, agregó.

Anders Leverman, profesor del Instituto Potsdam de Investigación del Impacto Climático y autor del otro estudio, publicado en Earth System Dynamics, reconoce que su modelo de aporte antártico al nivel global de los mares muestra un rango demasiado amplio.

“Es por eso que se trata de un riesgo y la ciencia necesita aclarar esta incertidumbre, por ejemplo, para ciudades costeras como Shanghai o Nueva York”, afirmó Levermann, en un comunicado de prensa de dicho Instituto.

Para Ted Scambos, investigador del Centro Nacional de datos de hielo y nieve de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), los trabajos contienen un inusual nivel de detalle para la discusión pública.

“El estudio del grupo SeaRise es interesante porque muestra que el crecimiento del nivel marino predicho desde la Antártida para el siglo XXI no es grande, incluso en el escenario de más fuerte calentamiento”, dice a SciDev.Net.

“El otro artículo es un repaso de los primeros resultados del Cryosat, que muestran que la tasa de pérdida de hielo se incrementa rápidamente en la Antártida, lo que parece sugerir la idea de que la física de los modelos de SeaRise probablemente no sea completa”, añade.

Para el geólogo Adrián Silva Busso, investigador del Instituto Nacional del Agua de Argentina, se trata de series de tiempo muy cortas para aventurar conclusiones.

“Hay que monitorear, pero con cuidado porque son procesos geológicos de miles de años. En los años 90, la Antártida mostraba tendencia a veranos más tórridos con importante fusión de hielo, pero eso cambió desde 2000, con clima riguroso que incluso revirtió las pérdidas”, dijo Silva Busso, quien tiene más de 20 viajes de investigación a la Antártida.



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