Sus hallazgos se han publicado en la revista Nature Climate Change.

Los suelos en regiones situadas en latitudes elevadas almacenan más carbono que el que contiene la atmósfera. Además, en el Ártico también se sufre el aumento de la temperatura que se produce en el resto del planeta.

Un clima más cálido convertiría el Ártico en un vergel. Hasta ahora se pensaba que una zona de vegetación más profusa implicaría que la atmósfera absorbería más dióxido de carbono (CO2), una circunstancia que en principio fomentaría una mitigación del cambio climático. No obstante, en este estudio se sugiere lo opuesto. Si se aumenta la velocidad a la que se descompone la materia orgánica del suelo, el bosque limítrofe a la tundra podría invadirla en la zona ártica de Suecia y iniciar la emisión de CO2 hacia la atmósfera.

El Dr Iain Hartley, anteriormente de la Universidad de Stirling (Reino Unido) y ahora en la Universidad de Exeter y autor principal del estudio, afirmó: “Determinar de forma directa los cambios en el almacenamiento de carbono que tienen lugar en los ecosistemas situados a gran latitud es en extremo complicado, debido a que la mayoría de este elemento está almacenado en el suelo. Nuestro trabajo apunta a que una mayor cantidad de biomasa no siempre produce un aumento en el almacenamiento de carbono en su ecosistema”.

El equipo deberá ahora, según el Dr. Hartley, aumentar la información disponible sobre cómo los cambios que se espera se produzcan en la distribución de distintas comunidades de plantas en el Ártico influirán en la descomposición de los enormes almacenes de carbono que existen en el suelo de la tundra. Esta información permitirá predecir los efectos de una mayor vegetación en la región en la absorción o emisión de CO2 durante los años venideros.

El equipo midió almacenes de carbono en vegetación y suelos de la tundra y de zonas de bosque de abedul. Los investigadores identificaron que la cantidad de carbón almacenada en el bosque en forma de biomasa vegetal, hasta el doble, se veía anulada en gran medida por un menor almacenamiento en el suelo. También descubrieron que los abedules estimulan la descomposición de materia orgánica del suelo. De este modo sacaron a la luz un mecanismo mediante el que los abedules son capaces de contribuir de forma directa en la reducción de carbono de los suelos.

El Dr. Gareth Phoenix del Departamento de Ciencias Animales y vegetales de la Universidad de Sheffield y coautor del estudio, afirmó: “Al parecer, la invasión del bosque en la tundra ártica provocada por el calentamiento climático podría provocar una gran emisión de carbono hacia la atmósfera, una mala noticia para el cambio climático. Esto se debe a que el suelo de la tundra contiene mucha materia orgánica almacenada debido a la velocidad lenta de descomposición que se alcanza, pero los árboles estimulan los procesos de descomposición de la misma. Por lo tanto, antes creíamos que el avance del bosque hacia la tundra aumentaría el carbono almacenado pero al parecer ocurrirá lo contrario. Otra mala noticia con respecto al cambio climático”.

El descubrimiento hace plantearse que la colonización del Ártico por comunidades vegetales productivas de gran contenido en Biomasa no siempre aumenta la cantidad de ozono almacenado. En su lugar es probable que se produzcan pérdidas netas de carbono si se estimula la descomposición de grandes almacenes de carbono en el Ártico.



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