Si se realizan de aquí a 2020 ciertos cambios necesarios en ámbitos como la vivienda, el transporte de pasajeros y los alimentos, será posible reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en unas 4,5 millones de toneladas. Este es el mensaje que transmite una nueva investigación finlandesa que indaga en la posibilidad de reducir el nivel actual de emisiones.

Los investigadores, pertenecientes al Instituto Finlandés de Medio Ambiente (SYKE), el Centro Nacional Finlandés del Consumidor y el Instituto Gubernamental Finlandés de Investigación Económica (VATT), afirman que las mayores reducciones en vivienda estarían relacionadas con cambios en el aspecto energético. El ahorro de calefacción y electricidad y la promoción de dispositivos eficientes desde el punto de vista energético son otras formas de garantizar dichas reducciones.

Con respecto al transporte de pasajeros se indican dos maneras de disminuir las emisiones: endurecer los impuestos a los automóviles y el combustible e imponer pagos por el uso de las carreteras. Los investigadores aducen que las emisiones relacionadas con los alimentos podrían reducirse si se introduce una dieta baja en carbono en los servicios de cocina y restauración de los sectores público y privado. Otra vía de acción sería garantizar que no se eche comida a perder.

El equipo destacó la importancia de sus descubrimientos, sobre todo si se tiene en cuenta que el gobierno finlandés se ha propuesto distintos objetivos para reducir las emisiones en los próximos años. Los datos sugieren que Finlandia emite en torno a 70 millones de toneladas de gases de efecto invernadero.

Según los investigadores, la vivienda, el transporte de pasajeros y la industria alimentaria suponen cerca de un cuarto del total en equivalentes de CO2. Además, el total de las emisiones atribuibles a Finlandia y otros territorios asciende a 35 millones de toneladas, si se tiene en cuenta el ciclo de vida completo de los productos y las emisiones globales.

En su estudio se pone de manifiesto que los instrumentos políticos aplicados a la normativa climática dedicada a la vivienda no tienen por qué haberse creado a propósito para este efecto y suelen utilizarse en otros ámbitos como por ejemplo la recaudación fiscal. Para más inri, los instrumentos políticos no son completamente coherentes, pues las decisiones que guían el consumo ciudadano se realizaron en distintos momentos ateniéndose a circunstancias diferentes.

En este estudio se concluyó que es básico que ministerios y agencias del gobierno central creen relaciones más estrechas y establezcan objetivos comunes de reducción de emisiones en los programas políticos.

Una de las relaciones identificadas por el equipo fue entre la vivienda y el transporte de pasajeros. Afirman que los niveles de emisiones vienen determinados por las elecciones personales en cuanto a la ubicación de la vivienda y el trabajo y también en relación a cuánta energía se genera y se utiliza.

Con respecto a la reducción de las emisiones procedentes de hogares, los investigadores afirman que se puede lograr un descenso de 1,3 millones de toneladas si se modifica el sistema de calefacción y se acometen renovaciones con la energía en mente. Decantarse por un estilo de vida “inteligente desde el punto de vista energético” generaría una reducción de 0,36 millones de toneladas en calefacción y electricidad. Si a esto se suma la adquisición de electrodomésticos más eficientes se reducirían 0,34 millones de toneladas adicionales.

La utilización de la bicicleta o el desplazarse a pie en lugar de utilizar el automóvil permitiría ahorrar más de 2,1 millones de toneladas equivalentes de CO2 adicionales.



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