La región costera del Ártico, donde se almacena la mitad de los depósitos planetarios de carbono terrestre, está sufriendo un calentamiento dos veces superior a la media global. El incremento de temperaturas medias en el Ártico causa la descongelación del pergelisol (suelo semipermanentemente congelado) durante periodos de tiempo más largos y a mayor profundidad, lo cual activa depósitos de carbono anteriormente protegidos por el hielo.

A pesar de que el ritmo actual de emisiones de carbono a lo largo de la costa noroeste siberiana todavía no está afectando de manera sustancial a los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera global, este ambicioso estudio desarrollado en el Ártico siberiano revela que el proceso está firmemente en marcha. El IC3 es un instituto de investigación participado por la Universidad de Barcelona, está dirigido por el experto Xavier Rodó y forma parte del programa de centros de investigación de la Generalitat de Cataluña CERCA.

Durante los meses de agosto y septiembre de 2008, científicos de la Universidad de Estocolmo, en colaboración con participantes de Rusia, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos, se embarcaron en una campaña oceanográfica extensiva, la International Siberian Shelf Study (ISSS-08), para recoger y analizar muestras geoquímicas a lo largo de unos 8.400 kilómetros de la plataforma ártica de Siberia Oriental (ESAS), la mayor plataforma continental del mundo. Según la investigadora postdoctoral del IC3 Laura Sánchez-García, una de las autoras principales del artículo, "la relevancia de este estudio se encuentra en la envergadura de una campaña de muestreo y de estudio in situ sin precedentes por la extensión y la cantidad de muestras recogidas. El análisis ha permitido revisar concepciones previas sobre la magnitud de flujos de carbono ártico con un papel clave en la interrelación con el clima".

Para Örjan Gustafsson, profesor de Biogeoquímica a la Universidad de Estocolmo y también uno de los autores principales del artículo, "es de gran importancia estudiar la interacción entre el calentamiento climático y las emisiones derivadas de los enormes depósitos de carbono contenidos en la costa y el pergelisol submarino, así como en los hidratos submarinos de metano, para proyectar la trayectoria futura de gases de efecto invernadero a la atmósfera".

Sin embargo, estos depósitos, que cubren una superficie equivalente al doble de la de España, han sido poco estudiados hasta ahora, debido a la difícil accesibilidad de la región ártica. El análisis de centenares de muestras de sedimentos, pergelisol, aire, agua y material particulado han permitido conocer con más detalle la calidad y el estado de conservación de diferentes formas del carbono ártico. Mediante el estudio de diferentes herramientas moleculares e isotópicas, el grupo de científicos ha estimado la cantidad de carbono fósil que acaba acumulándose en el fondo del océano Ártico como consecuencia de la erosión y la desestabilización térmica de las costas siberianas. En contra de lo que se pensaba anteriormente, la erosión del yedoma (tipo de suelo ártico rico en hielo y carbono orgánico) aporta la mayor proporción de carbono orgánico acumulado en los sedimentos marinos, en comparación con fuentes marinas o fuentes terrestres de origen fluvial. Dos tercios de la cantidad total estimada de 44 toneladas de carbono liberado se emitirán directamente a la atmósfera, mayoritariamente en forma de CO2.



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