En el momento en que usted está leyendo esto, 28.500 árboles están siendo talados en nuestro planeta. La ONU ha calculado que cada año se pierden 13 millones de hectáreas de superficie forestal. A cada minuto que pasa, 79.000 toneladas de CO2 son emitidas a la atmósfera. La cifra llega a 41.5 gigatoneladas anuales, según los datos presentados en la Cumbre del Clima de Bonn de 2017. ¿Podemos revertir estas cifras?

«Las ciudades producen el 75% del CO2 que está presente en nuestra atmósfera. Los bosques de todo el mundo absorben un 40% de ese gas. Si llevamos árboles y bosques a nuestras ciudades, estaremos luchando contra el enemigo en el terreno donde se produce el CO2″. Es una afirmación del arquitecto italiano Stefano Boeri (Milán, 1956), con quien EL MUNDO ha tenido la oportunidad de charlar a su paso por nuestro país, mientras ha participado en el taller de arquitectura «Integration Workshop» organizado por la IE School of Architecture and Design.

Experto en arquitectura sostenible, Stefano Boeri es famoso por la integración de árboles en edificios altos, lo que se conoce como bosques verticales. Las torres de apartamentos Bosco Verticale construidas en Milán en 2014 o el proyecto Liuzhou Forest City, una ciudad forestal que se edificará al sur de China, son algunos ejemplos de su trabajo.

La arquitectura de Boeri, que en sus rascacielos no lidia sólo con pequeñas plantas sino con árboles de hasta 9 metros de altura, se centra en «evitar que la naturaleza esté presente como un mero ornamento. Me interesan los árboles porque diseño edificios para árboles».

Sin embargo, tras este simple planteamiento existe una infinidad de complicaciones a resolver. El diseño de un bosque vertical comienza por la selección de las especies y sus necesidades climáticas, las condiciones de humedad, de iluminación solar y de viento. «Luego se diseña la arquitectura y se delimita el espacio tridimensional que todo árbol debe tener para crecer. Al principio tuvimos algunas dificultades técnicas porque no teníamos soluciones».

El complejo sistema de riego por goteo para cada planta, la fijación de las raíces a su base, o cómo absorben el viento las ramas de los árboles colocados en las esquinas de los edificios han necesitado de una investigación en profundidad. «Fuimos a un túnel de viento en Florida donde se hacen pruebas con tifones. Queríamos ver un modelo real y probar si nuestras soluciones funcionaban. Funcionaron y volvimos».

Fuente: Mar de Miguel / El Mundo



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