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La ciudad de Glasgow, que acogerá en noviembre la COP26, se ha comprometido a plantar en los próximos años 18 millones de árboles (diez por habitante) como parte del plan de adaptación y mitigación al cambio climático, y ante el riesgo creciente de olas de calor, tormentas e inundaciones. Escocia, que cuenta con una de la mayores superficies deforestadas de Europa (las míticas Highlands), se había quedado hasta ahora atrás en los planes de reforestación de las islas británicas.

La iniciativa del Clyde Climate Forest (CCF) aspira a aumentar en un 20% la superficie arbolada de Glasgow, con un especial énfasis en el viejo tejido industrial, en las minas abandonadas de la periferia y en las zonas más pobres como Easterhouse o Castlemilk. El plan pretende consolidar también como bosque al menos una quinta parte de la superficie rural con proyectos de «renaturalización» en la próxima década.

El anuncio de la segunda ciudad escocesa ha coincidido prácticamente con el llamamiento de la ONU para impulsar «la década de la restauración ecológica». Según el Programa Ambiental de Naciones Unidas (Unep), el mundo necesitaría «renaturalizar» al menos 1.000 millones de hectáreas o una superficie equivalente a la de China en los próximos 10 años.

Árboles

«La restauración ecológica debe verse como una inversión en la infraestructura del país y para el bienestar de sus habitantes», advierte Tim Christophersen, coordinador del programa de la ONU para la década.

«Hemos tenido programas espaciales y programas nucleares. Y eso es ahora lo que hace falta: algo similar aplicado al medio ambiente. Tenemos unos pocos ejemplos en el mundo, pero la escala ha de ser de una dimensión sin precedentes y va a requerir inversiones similares a las de los grandes proyectos de infraestructura».

El plan Clyde Climate Forest encaja de hecho dentro de los planes de «infraestructura verde» que se van a acometer a lo largo de esta década en las grandes ciudades. La iniciativa ha reactivado el debate sobre la necesidad de una visión más amplia de la «renaturalización», más allá de la simple plantación de árboles a modo de «monocultivos» y sin tener en cuenta la recuperación de los ecosistemas.

La donación de cinco millones de libras por parte de Shell para compensar sus ventas de gasolina y diésel con un millón de árboles provocó una agria polémica hace dos años. El Partido Verde -que se ha consolidado como la cuarta fuerza política en Escocia- ha dado la voz de alarma por el uso abusivo de las plantaciones de árboles como un método preferente de greenwashing o lavado verde.

Afrontar al mismo tiempo la crisis del clima y la pérdida de biodiversidad

«Plantar árboles es una manera de afrontar al mismo tiempo la crisis del clima y la pérdida de biodiversidad», ha declarado sin embargo la secretaria escocesa de Medio Ambiente, Màiri McAllan, que aspira a convertir los planes Climate Ready Clyde y Clyde Climate Forest (CCF) en referentes para otras zonas urbanas en el Reino Unido.

Según Max Hislop, director del recién creado CCF, el proyecto servirá al mismo tiempo «para restaurar biodiversidad, absorber CO2, revitalizar espacios periurbanos y ofrecer al mismo tiempo protección frente a las olas de calor, las inundaciones y la erosión».

«La crisis climática hace que sea imperativo destinar más y más lugares a la creación de nuevos bosques», recalcó George Anderson, al frente del Woodland Trust Scotland, que contribuirá con una beca de medio millón de euros a la «renaturalización» de Glasgow. «Los árboles hacen además que las ciudades sean más saludables y vivibles, con lo que el beneficio es doble».

Fuente: CARLOS FRESNEDA / EL MUNDO,

Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2021/06/04/60b906b6e4d4d86e7b8b4576.html,



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