Adaptarse a nuevas condiciones ambientales

Las comunidades de plantas de alta montaña son uno de los grupos más vulnerables al cambio global. Este fenómeno podría amenazar incluso a las especies que habitan las cotas más altas, como la Saxifraga longifolia (corona de rey), una planta endémica de los Pirineos con mecanismos sofisticados para adaptarse a los cambios ambientales. Esta es una de las conclusiones de un estudio publicado en la revista científica Plant Physiology por los expertos Sergi Munné Bosch, Alba Cotado, Melanie Morales y Eva Fleta Soriano, del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Barcelona, y Maria B. Garcia y Jesús Villellas, del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC). 

¿Cómo responde la corona de rey al cambio global?

La corona de rey (S. longifolia) es una planta herbácea y perenne, con poblaciones abundantes en riscos y canchales de los Pirineos, y más esporádicas en el macizo Cantábrico, el sistema Ibérico y las cordilleras del sur y el este de la Península. Este trabajo científico analiza por primera vez la respuesta fisiológica y los mecanismos de protección celular que utiliza S. longifolia para adaptarse a los cambios en los ecosistemas de montaña.

Tal como apunta el profesor Sergi Munné Bosch, primer autor del trabajo y jefe del Grupo de Investigación ANTIOX de la UB, esta especie puede ver afectadas su fisiología y tasas de mortalidad por los efectos del cambio global actual: "Si el cambio global persiste y se agrava aún más con el tiempo, muy probablemente pondrá en peligro algunas especies vegetales —con posibles pérdidas de biodiversidad— y llevará a otras especies a desplazarse para vivir a mayores altitudes".

Según se describe en el trabajo publicado, y como apunta Melanie Morales, investigadora posdoctoral del grupo, "en las poblaciones de S. longifolia que se encuentran a mayor altitud (unos 2.100 metros), aumentan los niveles de α-tocoferol, un compuesto que forma parte del grupo de la vitamina E". El α-tocoferol protege las hojas de la alta radiación solar —que es característica de los climas de alta montaña— y "ayuda a la planta a protegerse del daño oxidativo mediante la reducción de los niveles de oxidación lipídica en las poblaciones de alta montaña"

En las cotas más altas de estos ecosistemas, las poblaciones muestran un crecimiento clonal, "una característica que solo se ha observado en las poblaciones de mayor altitud", detalla Morales. "Además, en las poblaciones alpinas hay menor tasa de reclutamiento y mayor mortalidad de plantas juveniles, por lo que predominan las plantas de mayor tamaño. En esta planta, la mortalidad no se asocia al tamaño, tal como se ha descrito de forma general en otras especies".

Un futuro incierto para las plantas de alta montaña

Con el aumento de la temperatura global, los episodios de sequía son cada vez más frecuentes, hay más riesgo de incendios forestales y, por tanto, de extinción de especies (en especial, endémicas). El bioma se desplaza hacia altitudes superiores, la competencia entre las especies vegetales es más evidente, y desaparecen los microhábitats que permiten la presencia de muchas especies adaptadas a la alta montaña.

"A priori, la especie S. longifolia no tendría mucho éxito para poder adaptarse en el futuro a los cambios de los ecosistemas alpinos", afirma Alba Cotado. "En su hábitat natural, no tiene problemas de competencia con otras especies. Pero las transformaciones de las comunidades de plantas en estos ecosistemas conllevan un incremento de la competencia, y esto afecta sobre todo a especies de crecimiento lento, con necesidad de alta radiación de luz y adaptadas al frío, como es la S. longifolia". Además, la falta de diversidad genética, causada por el aislamiento espacial de las diferentes poblaciones, añade otra dificultad para que esta especie haga frente a nuevas situaciones ambientales.



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