Tortuga boba
Tortuga boba /AMBIENTUM

Investigadores españoles y franceses han demostrado que la salinidad del agua del mar Mediterráneo podría ser la «barrera» que impida que las tortugas boba se muevan entre las áreas del Mediterráneo Occidental durante su estado juvenil, según recogió hoy el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).

El estudio, publicado en Scientia Marina, explica que las tortugas boba del sur y del norte del Mediterráneo occidental no se mezclan entre sí en su estado juvenil, un hallazgo que según los expertos, «puede favorecer medidas de protección» para esta especie migratoria.

La autora principal del estudio e Investigadora del departamento de Biología Animal de la Universidad de Barcelona, Mónica Revelles, comenta que antes no se sabía que las tortugas del Atlántico permanecían en la zona sur y las del Mediterráneo en el norte, aunque los datos genéticos y de seguimiento, «lo hacían sospechar».

La salinidad del agua podría desempeñar un papel significativo

Así, el trabajo determina que los ejemplares inmaduros que son oceánicos (contrariamente a los adultos que se acercan a las costas) no sobrepasan las zonas a las que están acostumbrados, y por eso los expertos creen que la salinidad de las aguas podría desempeñar un papel significativo.

Importancia de la «limitación de intercambio de individuos» en su conservación

Además, los mapas de corrientes y de salinidad revelan que ésta última es más baja en las masas de agua que circulan por la zona sur que las que circulan por la norte del Mediterráneo occidental. Según los expertos, que el intercambio de individuos de origen atlántico y mediterráneo sea limitado es «importante» porque a la hora de la conservación, las tortugas inmaduras del Mediterráneo occidental tienen que dividirse en, al menos, dos grupos.

En este sentido, Revelles señala que «los estudios realizados en las zonas norte y sur afectarán a las poblaciones mediterráneas y atlánticas, respectivamente». No obstante, debido al intercambio limitado, la experta señala que las actividades humanas, como la pesca palangrera, pueden perjudicar a las tortugas que viajan por el sur del Mediterráneo y que anidan en las costas del Atlántico, por lo que los científicos insisten en la necesidad de medidas de protección para esta especie migratoria.



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