El artículo, publicado y destacado en la portada de octubre de la revista Global Change Biology, precisa que estos procesos pueden variar dependiendo de la población y el escenario climático considerado, pero los resultados obtenidos indican que a menos que otras causas de mortalidad inducidas por el hombre sean suprimidas (por ejemplo, la caza furtiva, los incendios, la fragmentación del hábitat), la variabilidad del clima aumenta el riesgo de extinción en la mayoría de poblaciones de esta especie.

Tal y como explica Albert Fernández Chacón, investigador predoctoral del IMEDEA (CSIC-UIB) y primer autor de la publicación, “en este estudio examinamos las consecuencias de los cambios en precipitacion y temperatura previstos para el sur de Europa en las dinámicas poblacionales de la amenazada (y endémica) tortuga mediterránea (Testudo hermanni), con el objetivo de generar resultados significativos para la aplicación de medidas de conservación acordes con el cambio climático”.

Clima y dinámicas poblacionales

El análisis de los datos de captura-recaptura recogidos entre 1988 y 2009 (20 años) en el Delta del Ebro permitió la obtención de tasas de supervivencia y la evaluación de los efectos de la variabilidad climática observada durante estos años sobre la supervivencia local de las tortugas. El estudio científico detectó que la cantidad de precipitación invernal afectaba a la supervivencia anual de las tortugas juveniles. Esta relación entre clima y supervivencia fue utilizada en una simulación, realizada por el grupo de Meterología de la UIB, para predecir el futuro de dicha población utilizando 3 posibles escenarios climáticos futuros (árido, húmedo e intermedio). Este ejercicio se repitió con otras diez poblaciones de tortugas estudiadas en otras localidades del sur de Europa (de España a Grecia) para elaborar un mapa de riesgo de extinción que englobara toda la distribución geográfica de la especie.

Los resultados mostraron que bajo un escenario árido, el riesgo de extinción se acentúa debido a una falta de reclutamiento (incorporación de nuevos individuos reproductores en la población). Sin embargo se detectaron diferentes grados de riesgo a lo largo del área de distribución de la especie debido a diferencias locales en precipitación y presencia/ausencia de perturbaciones no climáticas (depredadores, incendios, recolección ilegal). El mayor riesgo de extinción se obtuvo para localidades en las que los modelos climáticos pronosticaban inviernos muy secos y en donde además existían otros factores adicionales de mortalidad derivados de la existencia de perturbaciones no climáticas.

El cambio climático se considera una amenaza a medio-largo plazo para muchas poblaciones animales. Sin embargo, la relación entre clima y dinámicas poblacionales futuras permanece sin examinar en muchas especies amenazadas debido a que los cambios climáticos son espacialmente heterogéneos y difíciles de predecir. Así pues, concluye Fernández Chacón, “esta investigación permitirá a los gestores diseñar estrategias de manejo para la especie teniendo en cuenta las previsiones de cambio climático a escala local, ayudando en la toma de decisiones sobre las acciones de conservación más adecuadas para cada población de la especie”.

El estudio ha sido financiado por el Parque Natural Delta del Ebro (Generalitat de Catalunya), el Ministerio de Ciencia e Innovación, el Consejo Interdepartamental de Investigación e Innovación Tecnológica (CIRIT) y el proyecto de investigación MEDICANES.



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