Estas son algunas de las conclusiones de un estudio internacional liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

“La mayoría de las poblaciones de animales fluctúa a lo largo del tiempo. Si las reducciones demográficas son muy pronunciadas y el grupo se reduce de forma drástica, pueden producirse dos cosas: que el grupo se extinga o que experimente el fenómeno denominado como cuello de botella”, explica el investigador del CSIC Samer Alasaad, de la Estación Biológica de Doñana. Se denomina cuello de botella a la reducción pronunciada de diversidad genética de una población.

La detección del empobrecimiento genético en las especies en peligro de extinción es, según los investigadores, de “vital importancia” para las estrategias de conservación de la especie. “En futuros trabajos genéticos sobre conservación animal será necesario añadir el efecto de los cuellos de botella genéticos por los que han pasado las especies, porque de lo contrario su futuro podría estar comprometido.”, añade Alasaad.

Tigre siberiano

La investigación ha tomado como modelo al tigre siberiano, especie en peligro de extinción de la que se calcula que sólo quedan unos 520 ejemplares, distribuidos entre el los bosques del este de Rusia y el noroeste de China. A mediados del siglo pasado la población del tigre siberiano se vio muy reducida por la caza furtiva y la destrucción de su hábitat y el conjunto de ejemplares restante pasó por una etapa de cuello de botella que repercutió en la diversidad genética de la especie.

“Aunque hoy en día tenemos unos 500 tigres siberianos, la población se comporta como si fueran tan sólo 14 animales debido a la reducida diversidad genética. Esta valoración del tamaño efectivo de la población es alarmante, ya que demuestra su fragilidad y su alta sensibilidad a cualquier enfermedad”, comenta Alasaad. Según el investigador del CSIC, el tamaño efectivo de la población es un “factor que se debe tomar en cuenta en cualquier estudio demográfico o genético que se realice sobre el tigre siberiano”.

Para llegar a sus conclusiones, el grupo de investigación recogió muestras de sangre y tejidos de 15 tigres siberianos dispersos a lo largo del lejano oriente ruso y trabajaron en el laboratorio con el ADN extraído de esas muestras.



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