Los primeros registros pluviométricos de los que se tiene constancia datan de la Grecia Clásica, hacia el 500 a.C. Unos cien años después, en la India, se utilizaban cuencos para registrar la cantidad de lluvia caída. Los datos recabados servían para calcular los impuestos sobre la tierra.

En la actualidad los sistemas pluviométricos se basan prácticamente en el mismo principio. Los pluviómetros más comunes utilizados por los servicios meteorológicos y en aeropuertos consisten en un cilindro de gran tamaño a modo de embudo que desemboca en un tubo más estrecho con el que se realiza la medición. El cilindro, de medio metro de alto, dirige el agua recogida hacia el tubo interior, cuya sección es la décima parte de la que posee la parte superior del embudo. Esta diferencia permite realizar mediciones más precisas.

Los pluviómetros sirven para calcular la cantidad de lluvia que cae en una zona concreta durante un periodo de tiempo determinado. El cálculo de esta precipitación y la calidad de las mediciones son fundamentales para el correcto funcionamiento de la red de alcantarillado, las depuradoras, los cultivos de regadío y la detección temprana de un posible riesgo de inundación. Las precipitaciones intensas son capaces de desbordar los sistemas de alcantarillado urbano y anegar ciudades en poco tiempo. Además, el uso innecesario de agua de riego en las plantaciones genera un aumento de costes considerable. Debido a que los pluviómetros registran datos en ubicaciones concretas, es necesario contar con una red de éstos para lograr que la desviación de los registros con respecto a la realidad no supere un porcentaje de cinco puntos.

A todo ello cabe añadir el elevado coste que supone adquirir y mantener un pluviómetro. Con frecuencia, las redes de estos sistemas de medición presentan un diseño deficiente y están situadas en ubicaciones poco adecuadas, por lo que generan datos poco fiables e inútiles. Los radares meteorológicos de largo alcance cumplen las funciones de una red de pluviómetros densa, pero su coste no está al alcance de muchos usuarios como los agricultores o las PYME. No cabe duda por tanto de la necesidad de contar con un dispositivo de medición más innovador y barato, una labor a la que se dedica el proyecto MARG.

Este proyecto de dos años de duración y financiado por el Séptimo Programa Marco (7PM) bajo el epígrafe "Investigación en beneficio de las PYME", se inició en noviembre de 2012 y su coordinación recae sobre una empresa de ingeniería húngara. Las PYME asociadas a MARG desarrollarán un sistema de medición en tiempo real innovador, preciso y sencillo de utilizar que será capaz de registrar la distribución espacial y la intensidad de la lluvia en entornos rurales y urbanos. El sistema permitirá obtener datos meteorológicos de utilidad comercial. Los socios del proyecto comenzaron por definir distintos tipos de eventos de precipitación mediante datos de espectro Doppler para a continuación identificarlos mediante información morfológica obtenida a través de mapas de precipitaciones generados por radar. La comercialización del dispositivo se estudiará en una fase posterior del proyecto, pues antes habrá que formar a las PYME en cuanto a la funcionalidad, la operatividad y el mantenimiento del nuevo sistema.

Las mediciones meteorológicas han sido fundamentales para el ser humano desde hace milenios y no dejan de serlo en la actualidad. Una red efectiva de estaciones meteorológicas supone una herramienta importante para el estudio y el análisis de los datos meteorológicos y permite generar un conocimiento a escala global y predicciones más precisas a nivel regional y local. Además, este proyecto confía en reducir el coste de estas redes.



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