Cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris)

Es un pato de pequeño tamaño que llega a medir entre 39 y 42 cm de longitud. La especie se distribuye por la región mediterránea, el suroeste asiático y el centro-oeste africano, reproduciéndose en dos grandes núcleos en la península; las marismas del Guadalquivir y los humedales del sur de Alicante. Estas aves eligen el norte africano para invernar.

Atendiendo a su aspecto, la cerceta pardilla es de color pardo claro, con pintas blanquecinas y amarillentas, lucen un antifaz oscuro y unas plumas a modo de pequeña coleta en la nuca. Sin embargo, existen diferencias entre los ejemplares macho y hembra de la especie; la cerceta pardilla macho muestra un color pardo más oscuro en el dorso y un pico fino y oscuro, mientras que la hembra es de tamaño menor y ostenta una coleta más pequeña y una coloración del pico levemente diferente.  Además, se pueden distinguir a las cercetas jóvenes por presentar un color en el plumaje más pálido y grisáceo y con pintas menos obvias que los ejemplares adultos.

En condiciones adecuadas, la cerceta pardilla puede realizar puestas de unos 12 huevos aunque también se han registrado puestas levemente superiores. Los pollos de cerceta salen del nido nada más nacer y se alimentan solos, pero cuentan con los cuidados de la madre. Estos patos bucean en profundidades menores a 20 cm donde se alimentan de semillas de plantas e invertebrados acuáticos.

Existen diferentes peligros que amenazan su conservación, el principal es el estado de degradación y desecación de su hábitat como pudieran ser los humedales someros y estacionales. Otra de las causas de su regresión son las enfermedades asociadas a la baja calidad del agua, que ha provocado episodios de mortalidad destacables. Precisamente, la cerceta pardilla, al tratarse de un ave acuática, es considerada un bioindicador de la calidad del agua ya que las fluctuaciones poblacionales de las especies están relacionadas con cambios en el estado de los humedales. 

La elevada mortalidad de pollos que quedan atrapados en canales cementados sin posibilidad de escape y la posible competencia con especies introducidas debido a su impacto sobre la vegetación acuática son también reseñables. Finalmente, la caza accidental puede suponer un problema, fundamentalmente en la zona del Levante, por su fácil confusión en momentos de luz escasa con otras especies similares que si se pueden cazar.

En cifras de 2015, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) establecía una población de 25-120 parejas reproductoras en la Unión Europea. En el caso español, el mismo organismo recogía en su registro de 2012 una población de 22 a 110 parejas reproductoras, siendo 54 el registro del año 2015. A nivel mundial la UICN la incluye en su Lista Roja como “vulnerable”. Pero en España la cerceta pardilla está recogida en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas como “en peligro de extinción”.

Debido a esta situación de la especie, la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha colaborado con numerosas organizaciones en el acondicionamiento de distintos humedales, la elaboración de estrategias de conservación y en distintas actividades que ayudan a mitigar el declive de la cerceta pardilla.

En esta línea, ha coordinado la presentación de un gran proyecto LIFE, junto a las Comunidades Autónomas de Andalucía, Baleares, Murcia y Valencia, SEO/Birdlife y ANSE, para la recuperación de la cerceta pardilla en España. El objetivo general de esta iniciativa es lograr que la población española deje de estar considerada “en peligro de extinción”, promoviendo e impulsando las acciones necesarias para eliminar el riesgo de desaparición al que se enfrenta y conduciéndola a un estado de conservación más favorable.



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