La  pasada semana se publicó el dictamen de la EFSA, (Agencia Europea para la seguridad de los Alimentos), en el que se analiza el riesgo fitosanitario para las plantaciones europeas de cítricos por contagio de Guirnardia Citricarpa (“Mancha Negra”) debido a las importaciones a la UE desde Sudáfrica.

Sus conclusiones son taxativas, rotundas, objetivas y desinteresadas: 1. existe un riesgo de contagio de las plantaciones citrícolas europeas a través de la importación de fruta contaminada desde SA, habiéndose comprobado que la fruta puede ser vector de la plaga; 2. las medidas paliativas introducidas por SA hasta la fecha son ineficaces. Es decir, la EFSA reitera las conclusiones y las alertas que ya había hecho saltar anteriormente.

Hay que recordar que los representantes del sector, se mostraron muy críticos con la gestión de este riesgo por la administración comunitaria a lo largo de la precedente campaña, cuando la Comisión, a pesar de mantener una posición inicialmente firme y rigurosa con las importaciones de Sudáfrica dio posterior e inexplicablemente marcha atrás, adoptando una actitud, permisiva y condescendiente con la Administración de ese país y llegó a dictar el cierre parcial de la frontera en diciembre, sólo cuando las exportaciones ya habían finalizado.

Estos mismos representantes han pedido que “la experiencia bochornosa de 2013 que ahora se demuestra fue totalmente irresponsable, sirva, por lo menos, para aprender la lección: para ser conscientes de que estamos tratando con un gobierno que o no quiere o no puede controlar la sanidad de sus plantaciones ni de sus envíos de fruta a Europa con unas mínimas garantías”.

Consideran que el número de interceptaciones a lo largo de la campaña 2013 y anteriores, la total falta de colaboración por SA y ausencia de eficacia y puntualidad de las medidas anunciadas, hubieran sido motivos más que suficientes para que las instituciones comunitarias hubieran prohibido indefinidamente cualquier importación citrícola de ese país hace meses.

A juicio del sector, esa petición, después de la publicación del informe de la EFSA es ya ineludible y apuntan un único camino: “que la Comisión incorpore en el marco normativo las recomendaciones contenidas en las conclusiones de la EFSA. Es decir, que se cierre la frontera comunitaria a las importaciones de cítricos desde Sudáfrica de inmediato y en tanto en cuanto las instituciones comunitarias no verifiquen por sí mismas y en origen y no a través de la “palabra” de la administración de ese país- la mejora de la situación fitosanitaria de ese territorio”.

Han añadido que “ni el sector, ni las administraciones pueden ya tolerar ninguna estrategia más deliberadamente dilatoria, ni que los análisis objetivos y las advertencias de los científicos europeos vuelvan a ser eclipsados por presiones comerciales, políticas o diplomáticas” y ha advertido: “la Comisión está prevenida, por lo que sería una irresponsabilidad imperdonable minusvalorar o ignorar este riesgo”.

Un riesgo que provocaría, según el sector, si se produce el contagio en Europa, el arranque de hasta 500.000 Has de plantaciones citrícolas europeas -dado que no se dispone de ningún tratamiento eficaz– y que obligaría a las administraciones a sufragar unas indemnizaciones colosales.

Un riesgo que amenaza a un sector que juega un papel social, medioambiental y económico fundamental en regiones especialmente azotadas por el desempleo y la crisis económica; a la garantía de abastecimiento de los consumidores europeos y a las posibilidades de exportación hacia otros mercados que sí se muestran inflexibles ante la mínima posibilidad de contaminación, como EEUU. Está en juego, finalmente, la credibilidad de la Comisión y la eficacia de la política fitosanitaria comunitaria.



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