Amenaza de incendios

Tras varios días de miedo e incertidumbre, el gran trabajo de los medios de extinción ha logrado frenar y estabilizar el incendio de Artana, en Castellón. Según las últimas estimaciones, el incendio ha asolado 1.600 hectáreas en la Sierra de Espadán, y aunque no ha tocado el corazón del Parque Natural, es un doloroso recordatorio sobre la amenaza que suponen los grandes incendios forestales para nuestros bosques. Como alertamos a comienzos de este verano, la Comunidad Valenciana es una de las regiones más vulnerables ante el impacto de estos desastres, que son cada vez más grandes y destructivos.

La incansable labor de los profesionales de la extinción ha impedido, afortunadamente, que el incendio de Artana –provocado, supuestamente, por una quema de rastrojos- afecte a los hábitats más valiosos del Parque Natural de la Sierra de Espadán. Es un espacio de un inmenso valor natural, cultural y social, entre otros, por el bosque tan especial que alberga: uno de los alcornocales mejor conservados del Mediterráneo. En WWF conocemos bien la Sierra de Espadán porque es uno de los lugares donde trabajamos en nuestro proyecto Vino ecológico y Corcho FSC, promoviendo buenas prácticas como las de la empresa Espadán Corks.

Su responsable, Adolfo Miravet, ha vivido el incendio en primera persona, y parte de su finca –aunque no los alcornoques- han sido pasto de las llamas. “Han sido dos noches muy largas, teníamos corcho por recoger a escasos kilómetros y sin descanso estuvimos bajando el corcho con los mulos. Había ceniza por todos lados”, cuenta.

“Los bosques valencianos y en particular, la Sierra Espadán, con sus pinares y alcornocales, se encuentran en una situación límite: sin gestión, con unos veranos muy largos, con una estructura idónea para un gran incendio”, explica Miravet.  

Los bosques vivos, rentables y bien gestionados, son el mejor cortafuegos y por eso apoyar iniciativas como la de Espadán Corks, que ponen en valor y recuperan los usos tradicionales de los montes, es vital para reducir el impacto creciente de los grandes incendios forestales (GIF). En la última década, el tamaño medio de estos desastres ha aumentado un escalofriante 25%, principalmente por el abandono de muchos montes en nuestro país. Para reducir su impacto, es esencial la recuperación de los usos y aprovechamientos de los montes  y medidas de prevención eficaces que vayan más allá de la apertura de pistas y la habilitación de cortafuegos. El fomento de la ganadería extensiva, regulada y ordenada, es también una gran aliada en la lucha contra el fuego.

“El mercado de los productos directos forestales (madera, corcho, caza, setas, biomasa…) no acepta por costes los productos de los bosques mediterráneos, comerciando con productos traídos de otras zonas del mundo. Cuando el mercado falla, por el bien común se deben destinar fondos públicos a aprovechar y gestionar estos bosques”, defiende el responsable de Espadán Corks

Como alertamos en nuestro informe “Dónde arden nuestros bosques”, el caso de la Comunidad Valenciana es especialmente preocupante: es la segunda comunidad autónoma con mayor porcentaje de GIF respecto al total de incendios (un 0,33%, frente al 0,12% de la media nacional), y la tercera en la que los GIF queman más superficie respecto al total (un 82% de la superficie afectada arde en GIF, frente al 37% de media en toda España). Son dos datos que dejan clara la enorme vulnerabilidad de la Comunidad Valenciana, que verano tras verano sufre incendios devastadores como los de Cortes de Pallás y Andilla en 2012. De hecho, 3 de los 5 GIF del 2016 han tenido lugar en la comunidad.



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