Los biocarburantes están  llamados a  jugar un importante papel en el  transporte aéreo de los próximos años, a  la  luz de los  resultados de  los vuelos de pruebas con biocombustibles que diversas compañías  aéreas  y  fabricantes  aeronáuticos  han  realizado  últimamente.

Así lo recoge un informe elaborado por APPA Biocarburantes en el que se analizan  los  factores  que  impulsan  el uso de biocombustibles en la aviación, así como las principales iniciativas llevadas a cabo hasta ahora en este campo. 

La aviación ecológica empieza a despegar

“La  tendencia  al  aumento  de  los  costes  del  queroseno  y  la  reciente inclusión de la aviación en el sistema europeo de comercio de emisiones de gases  de  CO2  está haciendo que las compañías  aéreas  se  planteen seriamente la utilización de biocarburantes en sus aviones, para disminuir tanto  sus  costes  como  su  impacto  ambiental”,  asegura  Roderic  Miralles, Presidente de APPA Biocarburantes.

Todas las iniciativas de sustitución del petróleo  en  el  transporte  aéreo  pasan  a  corto  y  medio  plazo  por  los biocarburantes,  ya  que,  a  diferencia  de  lo  que  ocurre  en  el  transporte terrestre, no es factible utilizar electricidad o sistemas híbridos en aviones comerciales.  
  
Por  otro lado, el pasado 2 de febrero de 2009  entró  en  vigor  la Directiva  de inclusión de la aviación en el Sistema de Comercio de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero, que  establece que a partir de 2012  las  compañías aéreas  tienen que reducir obligatoriamente sus emisiones de CO2. 

Elevado contenido énergía y resistencia a bajas temperaturas
Los  biocarburantes  utilizados  para  sustituir  al  queroseno  en  la  aviación  comercial  han  de  ser  capaces  de  cumplir,  entre  otros  aspectos,  con  dos  requisitos fundamentales:  tener un  elevado  contenido  energético por unidad de  volumen  y resistir las bajas temperaturas que se registran en pleno vuelo.
 
Así,  se  considera  que  el  bioetanol  es  una  buena  alternativa  para  la  aviación  no comercial.  Como  ejemplo,  el fabricante brasileño de aviones ligeros, Embraer, construye desde 2004 aviones para la agricultura que son capaces de funcionar con bioetanol.  Este tipo de aviones no necesita consumos tan elevados como los aviones comerciales.
 
El  biodiésel  presenta mejores  condiciones  para  la  aviación  comercial  ya  que  su contenido  energético  es más  cercano  al  del   queroseno  y  el  desarrollo  de  nuevos aditivos anticongelantes está permitiendo que en un futuro muy próximo sea viable su utilización a  las bajas  temperaturas que se alcanzan en vuelo. De hecho,  ya se conocen pruebas que han obtenido resultados esperanzadores.

En 2017, el 10% de los combustibles serán biocarburantes
 
Las dos grandes empresas de fabricación de aviones a nivel mundial, la europea Airbus  y  la  norteamericana  Boeing,  han  planteado  recientemente  diferentes aproximaciones en  la apuesta por  la utilización de biocarburantes.

Por su parte, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA)   prevé que en 2017 el 10% de los combustibles que utilicen las compañías serán biocarburantes.
 
Pruebas e iniciativas 
En 2007, Snecma (Grupo SAFRAN) y CFM  International  -compañía participada en un 50% por General Electric y en un 50% por Snecma- realizaron pruebas en banco con  un motor  CFM56-7B utilizando una mezcla de biodiésel de girasol y colza al 30% con queroseno (Jet-A1). Las pruebas demostraron que la mezcla es capaz de funcionar sin problemas en el motor sin que éste sufra ninguna modificación.
 
La  primera  gran  iniciativa  de  uso  de  biocarburantes  en  vuelos  reales  surge  de  la compañía Virgin. Su presidente, Richard Branson, anunció en abril de 2007 que su empresa realizaría el primer vuelo con biocarburantes en 2008. Cumpliendo con  lo dicho,  el  14  de  febrero  de  2008  un  avión  “Jumbo”  voló  desde  el  aeropuerto londinense  de  Heathrow  al  de  Ámsterdam  utilizando,  en  parte,  un biocarburante derivado de una mezcla de aceite de cacahuete y de palma de babassu brasileña. 
 
La  prueba,  que  tuvo  un  éxito  rotundo,  consistió  en  conectar  uno  de  los  cuatro motores del avión a un tanque específico para el biocarburante, de forma que éste proveyó hasta el 20% de la energía utilizada en el motor. 
 
Durantes los últimos años, numerosas líneas aéreas se han ido apuntando a este tipo de proyectos. 
 
Para ver el informe completo de APPA,
pincha aquí.
 



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