Un edificio adaptado al cambio climático

El número 4 de la calle Doctor Marañón de Cádiz ahora mismo no es más que un decadente ejemplo de la arquitectura racionalista española de mediados del siglo XX, ubicado en pleno centro de la ciudad. Sin embargo, en cuatro años debe ser uno de los primeros edificios de viviendas de Europa ubicado en una zona de clima cálido capaz de combinar nuevas tecnologías de climatización con emisiones de CO2 y consumo de energía casi cero. 

Será necesario para lo que se viene de aquí a 2050 en el sur de Europa: noches con máximas de 40 grados, olas de calor de más de 10 días y hasta cuatro grados aumento de las temperaturas medias, según las proyecciones que maneja la Organización Meteorológica Mundial. “Los datos son para asustarse”, Francisco José Sánchez de la Flor, doctor en ingeniero industrial de la Universidad de Cádiz (UCA), no se anda con rodeos.

Él y su equipo, integrado por una decena de investigadores del grupo de Ingeniería Térmica de la UCA, ya trabajan en el proyecto de rehabilitación que aspira a convertir un edificio en un ejemplo demostrador de la adaptación al clima cálido. No están solos en su empeño, el ensayo se enmarca dentro del proyecto ReCO2ST, pionero en Europa y adscrito al programa Horizonte 2020 de la Unión Europea que investiga sobre la eficiencia energética de los edificios. 

Además de Cádiz y su proyecto centrado en la refrigeración, otras tres construcciones servirán de demostradores para climas templados y fríos con sistemas de calefacción: una en Frederikshavn (Dinamarca), otra en Lausana (Suiza) y una más en Londres (Reino Unido). En total, colaboran hasta 18 socios de nueve países europeos (con Alemania, Bélgica, Irlanda, Austria y Grecia, además de los citados), cada uno aportando sus soluciones tecnológicas de climatización.

Pese a los diferentes condicionantes climáticos de cada edificio, los cuatro casos persiguen el mismo objetivo, resumido por el propio Sánchez: “Queremos hacer ver que hay tecnologías nuevas en fases de experimentación que ya son factibles y rentables, a nivel técnico y económico, para su aplicación en la rehabilitación de edificios”. De ahí que las directrices europeas fuesen muy concretas: el proyecto debe basarse en edificaciones ya construidas y tiene que aunar la colaboración público-privada. “Se persigue que el ensayo sea lo más práctico y realista posible. En el escenario poscrisis europeo se da más la rehabilitación que la construcción”, reconoce Sánchez de la Flor.

En el caso gaditano, la Universidad participa del proyecto, junto a la empresa municipal de vivienda, Procasa, y la compañía Acciona. Además, el edificio de Cádiz tendrá un giro de tuerca más, ya que se destinará a viviendas sociales. “Sabemos que la pobreza o vulnerabilidad energética hace que las familias con pocos recursos vean afectada su salud, al no tener buena climatización. El hecho de que sean viviendas sociales hace de nuestro proyecto algo único”, razona el profesor del departamento de Máquinas y Motores Térmicos de la UCA.

Todo ello en un proyecto que, ya de por sí, es un reto, como reconoce el doctor: “Cuando es un edificio nuevo puedes controlar todos los parámetros de diseño desde 0, pero aquí hay que adaptarse a las limitaciones impuestas por un edificio existente”. 

Concretamente, la demostración trabajará sobre una construcción de más de 60 años y que incluso está protegida por su interés histórico y arquitectónico. De ahí que los científicos, en colaboración con los arquitectos de Procasa y Acciona, hayan planteado dos soluciones fundamentales: el recubrimiento de la fachada y la cubierta con una segunda piel ventilada y evaporativa y la creación de una ventilación cruzada interior, activa en función de las temperaturas y vientos exteriores.



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