La próxima vez que esté caminando por un bosque tropical y se sienta tentado a quejarse del calor, piense en las hormigas. Como son tan pequeñas, se sobrecalientan fácilmente en superficies expuestas al sol, desde el suelo hasta el dosel. El bosque que las hormigas experimentan puede ser de 10 a 15 grados centígrados más caliente que la temperatura ambiente, lo que las pone en riesgo de desfallecer por un golpe de calor.

Un reciente estudio realizado por un grupo de científicos trabajando en el Smithsonian en la Isla Barro Colorado en Panamá exploró las temperaturas extremas toleradas de 88 especies de hormigas. En promedio, las hormigas que viven en el dosel perdieron el control motor una vez que la temperatura alcanzó los 50 grados. Las hormigas que viven en el suelo del bosque piso desfallecieron, en promedio, a los 46 grados.

El estudio, publicado en Global Change Biology, se ocupa de las hipótesis de adaptación térmica, que “predice la aclimatación limitada de las máxima térmica en un mundo cuyo calentamiento va en aumento, con las especies tropicales con mayor riesgo de extirpación”, escribieron los autores, dirigidos por Michael Kaspari de la Universidad de Oklahoma. Las hormigas que viven en el dosel ya están regularmente expuestas a un calor potencialmente paralizante. Todas menos tres especies en el estudio se enfrentaron al límite de las temperaturas que toleran en condiciones naturales. Descubrieron que pocas hormigas que viven en el suelo son expuestas frecuentamente a temperaturas más altas de lo que pueden tolerar.

Para establecer el límite inferior de tolerancia térmica de las hormigas, los investigadores pusieron las hormigas en placas de Petri rodeadas de paquetes de gel Cryopak. Algunas hormigas toleraron temperaturas tan bajas como 4 C. La temperatura maxima tolerado fue de 56 grados.

“En la biología del cambio global la forma de medir la temperatura importa. Las temperaturas de las estaciones meteorológicas pueden aproximar la experiencia térmica de un tapir, pero no de las hormigas (y otras cosas pequeñas) que se mueven bajo la luz solar”, comentó Kaspari.

Se espera que las temperaturas medias de Panamá aumenten entre 2 y 5 grados centígrados para el año 2080, pero los autores no esperan que solamente la temperatura del aire sea lo que presione a las hormigas. Menos cobertura de nubes, una posible consecuencia de tormentas más intensas y menos frecuentes, podría aumentar la exposición al sol, lo que puede ser el mayor riesgo de las hormigas por el cambio global. La mortalidad de árboles debido a la sequía también podría aumentar la cantidad de suelo de los bosques expuestos a la luz solar directa.

 “El futuro de la biodiversidad tropical en un mundo cuyo calentamiento va en aumento se reduce a esto: ¿son las especies tropicales y sus interrelaciones inusualmente frágiles?” pregunta Kaspari. “O es el trópico, como el motor de la biodiversidad de la tierra inusualmente robusto?”



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