5 claves financieras para mitigar los riesgos del cambio climático

1. El atractivo de las inversiones verdes en un contexto de bajos tipos de interés

El trinomio rentabilidad -plazo- volatilidad parece jugar a favor de la economía verde, al menos en términos relativos, respecto a otras alternativas de inversión. En una coyuntura de bajos tipos de interés, la rentabilidad de los proyectos ligados al desarrollo de infraestructuras sostenibles resultan extremadamente atractivos. El tipo de interés medio a largo plazo en las economías de la OCDE viene situándose en los últimos 5 años en la horquilla entre el 0% y el 4%, frente a esta situación, contrastan las rentabilidades medias de los proyectos de la nueva economía verde.

Gómez Gutiérrez-Torrenova  explica que “existe una substancial prima de rentabilidad por cada euro invertido en el sector verde frente a los tipos de interés de referencia en el mercado a largo plazo. La principal razón del incremento en la rentabilidad de estos activos es sin duda el alto grado de competitividad de las tecnologías sostenibles”.

2. La transición hacia una economía en bajo carbono no resulta tan cara y supone un gran negocio

Los debates y reflexiones alrededor de la sostenibilidad, energías renovables, economía verde, etc… se presentan habitualmente distorsionados por una alta carga ideológica que dificulta un análisis sereno y objetivo desde un punto de vista estrictamente económico. En la mayoría de los casos, resulta prácticamente inevitable para el gran público asociar desarrollo sostenible o sostenibilidad con un alto coste. No obstante, recientes estudios concluyen que la transición hacia una nueva economía de bajo carbono, lejos de resultar prohibitiva, parece alcanzable e incluso más barata de lo estimado.

Según datos de la OCDE el coste marginal de desarrollar las infraestructuras necesarias a nivel mundial desde un punto de vista sostenible en los próximos 15 años, resultaría insignificante. Por otro lado, según los mismos datos de OCDE serían necesarias inversiones anuales superiores a un trillón de dólares USD en este tipo de proyectos. HSBC cifra en un volumen superior a 2 trillones de dólares anuales el volumen de negocio estimado para la economía verde en 2020.

3. Nuevos instrumentos financieros específicos

Proliferan nuevos métodos de financiación e instrumentos a disposición de los promotores y ejecutores de los proyectos relacionados con las políticas de lucha contra el cambio climático. Desde el IEB destacan que la “financiación verde” supone una alternativa razonable para organizaciones tanto públicas como privadas que cobra especial relevancia en mercados altamente bancarizados como el español.

4. El riesgo financiero sistémico de una transición tardía y brusca

Existe un importante riesgo, potencialmente sistémico desde el punto de vista financiero, si la adaptación a una economía basada en bajo carbono se produce de manera tardía y abrupta. En tal supuesto, la necesidad de abandonar el modelo productivo y de infraestructuras basado en combustibles fósiles implicaría un abandono súbito de determinadas tecnologías y modelos de negocio. El problema es que esto supondría una revaluación (devaluación) de activos y empresas que en la actualidad figuran en los balances del sistema financiero. Por ejemplo, el consejo Europeo de Riesgo Sistémico ha cifrado en 1.061 billones de Euros la exposición de las entidades financieras europeas a activos de compañías de Oil&Gas.

5. Progresiva descarbonización de carteras en el mercado de capitales

El mercado de capitales también se posiciona ya ante los riesgos y oportunidades destacadas en el informe elaborado por el profesor del IEB. Algunos de las principales gestoras y fondos de inversión han comenzado una progresiva “descarbonización” de sus carteras, deshaciendo posiciones materializadas hasta ahora en empresas y activos ligados a actividades y recursos contaminantes. La importancia de algunas de estas decisiones transciende la mera esfera económica, señalando una tendencia cada vez más generalizada.

El informe concluye con este punto que "más allá de medidas más o menos -cosméticas- detalladas en las memorias de los fondos de inversión o sus gestoras, se perciben claramente tendencias subyacentes que afectan a las inversiones y marcan el posicionamiento estratégico a largo plazo que irá progresivamente consolidándose en el mercado de capitales”.



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