Todos los ecosistemas sufren los efectos negativos provocados por la escasez de agua, y la persistencia de este déficit es muy importante para determinar la sensibilidad de la vegetación a la sequía. A pesar del paralelismo en la rápida respuesta de ambos biomasa frente a la sequía, la investigación considera que “los mecanismos que dirigen sendos procesos son probablemente muy diferentes”. El investigador del Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC, Sergio Vicente, que ha liderado el estudio, explica: “La vegetación de regiones áridas posee herramientas que le permiten adaptarse rápidamente a unas condiciones cambiantes de disponibilidad de agua”. En las regiones húmedas, por el contrario, los cortos periodos de falta de agua pueden desencadenar rápidamente un descenso en la actividad foliar y en el crecimiento la vegetación, que suele ser más sensible al estrés hídrico.

Los resultados han sido obtenidos en base a tres indicadores: índices de vegetación a partir de imágenes de satélite, series de crecimiento radial de los árboles y producción primaria neta. La variación interanual de estos factores ha sido relacionada con un índice de sequía climática: el índice de precipitación y evapotranspiración estandarizado (SPEI, de sus siglas en inglés). Según el artículo, “el 72% de las zonas vegetadas del planeta muestra correlación entre el SPEI y los índices de vegetación procedentes de imágenes de satélite”.

La investigación apunta que “en las regiones áridas y semiáridas, los impactos de la sequía suelen provocar una reducción de la actividad vegetal y del crecimiento de las plantas, pero rara vez provocan la mortalidad de los ejemplares o daños a largo plazo”.

Por el contrario, en la vegetación de las regiones húmedas, los impactos de la sequía serán probablemente diferentes, ya que suelen afectar a los tejidos vegetales debido a su baja tolerancia al estrés hídrico.

Para Vicente, “la respuesta de la vegetación frente a los déficits hídricos es un tema crucial que determina los patrones geográficos de la vegetación”. Según el investigador del CSIC, “estos resultados son particularmente relevantes en el actual escenario de cambio climático”.

El grado en el que los ecosistemas responden a condiciones de déficit hídrico sugiere cuál será su grado de respuesta ante futuros cambios en precipitaciones y temperaturas. Los resultados, por tanto, “podrían ayudar a mejorar la exactitud de las proyecciones de vegetación bajo escenarios de cambio global”, concluye Vicente.

El trabajo ha contado también con la participación de investigadores de la Universidad de Lisboa, el Instituto Politécnico de Setúbal y la Universidad de Lusófona (todos ellos en Portugal), el Instituto de Ciencias Atmosféricas y Climáticas de Zúrich (Suiza) y la Estación Experimental Aula Dei del CSIC.



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