La distribución de los fondos que la Unión Europea destina a conservación deja de lado buena parte de las especies amenazadas. 

El 75% de los fondos del programa LIFE-Nature de la UE se han destinado a especies no amenazadas y en regiones donde no existe riesgo. 

Este hecho podría llegar a limitar su capacidad para lograr los objetivos de conservación previstos, según un estudio español.

Un estudio, dirigido por el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CREAF), alerta que la distribución de los fondos que la Unión Europea destina a conservación se olvida de las especies amenazadas.

Durante las dos últimas décadas, la UE ha hecho grandes esfuerzos para impulsar políticas que garanticen la conservación de diferentes especies y hábitats. 

Para financiar todo este trabajo, en 1992 se creó el programa LIFE-Nature, que se ha convertido en su principal instrumento de financiación. Los 1448 proyectos financiados por este el programa LIFE-Nature y los 3.000 millones de euros que lleva invertidos desde su creación, son el objeto de un estudio que se presenta en una carta publicada esta semana en la revista Nature.

La misiva  firmada por Virgilio Hermoso, investigador del CREAF, y suscrita con otros científicos del entro Tecnológico Forestal de Cataluña y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, advierte que hasta un 75% del dinero invertido se ha destinado a proyectos sobre especies no amenazadas, según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

Además, los autores ponen de manifiesto que muchos de estos recursos se han destinado a regiones del centro y norte de Europa consideradas de bajo riesgo por lo que se refiere al grado de amenaza de las especies que allí habitan.

"Muchos de estos recursos se han destinado a regiones del centro y norte de Europa consideradas de bajo riesgo", dicen los autores

Falta de estrategia y flexibilidad

“Este desequilibrio deja ver una falta de estrategia y flexibilidad a la hora de establecer prioridades en la conservación de la biodiversidad”, comenta Hermoso, y añade “de hecho, las listas fijadas por la UE donde figuran las especies y los hábitats prioritarios han estado desde un inicio estáticas e intocables”. 

Estas listas cuentan con un buen número de especies que nunca han estado catalogadas como amenazadas por la IUCN, mientras excluyen muchas otras catalogadas como vulnerables o en peligro de extinción.

Los resultados del estudio muestran que hace falta incidir en la planificación de la conservación y permitir que los fondos disponibles se dirijan a proyectos destinados a proteger las especies que más lo necesiten. 

Para conseguirlo, los autores proponen establecer mecanismos que permitan revisar periódicamente estas listas para adaptarlas a las nuevas necesidades de conservación que vayan surgiendo, y así evitar tomar decisiones basadas en listas que podrían estar obsoletas. 

A parte, creen que el financiamiento se debe enfocar a nivel continental y global, de manera que se sobrepasen los intereses gubernamentales o socioeconómicos.

Esta revisión llega en un momento clave para las políticas medioambientales de la Unión Europea, ya que está en marcha un proceso para evaluar su relevancia. 

El análisis de cómo se han realizado las inversiones resulta clave para dotar de puntos de vista alternativos a esta revisión. 

El mensaje que se quiere dar es que no se trata de invertir más dinero, sino de hacerlo de manera más acertada.



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