La Fundación Oso Pardo (FOP) trabaja en el proyecto de unir las poblaciones oseras occidental y oriental, ahora aisladas por el muro de la autopista de León a Asturias. El reto -que se recoge en libro Demografía, distribución, genética y conservación del oso pardo cantábrico presentado ayer en León-, trata de poner en contacto a individuos de los territorios, aislado por el corredor de la AP-66.

«Lograrlo será fundamental para mejorar el flujo genético de la especie, un paso definitivo quizá para lograr la supervivencia de la especie», explicó Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo, que ya ha creado un equipo específico que trabaja en atenuar la barrera artificial de la autopista asturleonesa que se interpone en el paso fluido de los osos del alto sil, Ancares y el occidente astur hacia el este. «Lo hacemos con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, de la Caixa, y de los gobiernos autonómicos».

Ahora, a nivel de estudio de las zonas, tanto en la vertiente leonesa como en la asturiana, en las que se pueden acondicionar pasos adecuados para el tránsito del oso, subterráneos, enriquecidos o disimulados con más vegetación. Los responsables de la FOP ya han visitado proyectos de este calado que se desarrollan en otros países. «Actuar sobre el campo es una de las opciones más próximas», defendió Palomero anoche, frente a la de trasladar a ejemplares del hábitat occidental hacia la oriental, con población más reducida.

Todo por acabar con la escasa variabilidad genética que los científicos han catalogado al oso pardo cantábrico. La definición se recoge en la publicación que recoge un estudio minucioso de la especie en los últimos 15 años, en el que han colaborado diez autores.

Los estudios de los genetistas descubren que la barrera de la AP-66 ya fue franqueada por dos ejemplares occidentales. «Pero no lograron reproducirse», se lamenta el presidente de la Fundación Oso Pardo, que confía en el rigor científico de la previsión de que la escasez poblacional de la zona este del país de los osos (el triángulo montañoso que separa Asturias, León y Cantabria) acabaría cuando el corredor de la autopista dejara de ser una barrera. «Ya hay fondos para localizar las barreras más notables y cómo rebajarlas», describe en la persecución del reto de que el oso, que superó el rechazo social, no tenga trabas en la AP-66.



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