El viceconsejero de Medio Ambiente, Luis Asúa, ha iniciado el proceso de introducción de cuatro pollos de halcón peregrino en el medio natural mediante la técnica conocida como "hacking". Esta técnica consiste en la introducción en la naturaleza de aves criadas en cautividad a través de nidos artificiales, en este caso instalado en la azotea de Torre Europa, uno de los edificios más altos de la capital.

Se trata de la quinta edición de este pionero proyecto. En las cuatro ediciones anteriores se han introducido 28 pollos de halcón peregrino, de los cuales han sobrevivido 23, lo cual significa una tasa de supervivencia del 82%, muy superior al rango del 35-40% de supervivencia de los halcones que se da en la naturaleza.

Los objetivos del proyecto son colaborar en la recuperación de una parte importante del patrimonio natural de la Comunidad, que ha visto descender su población en los últimos años hasta en un 25%, sobre todo en el suroeste madrileño. Además, el fin es incrementar la biodiversidad tanto urbana como rural, mediante la introducción de un depredador necesario que además está incluido en el Catálogo de Especies Amenazadas.

El proyecto aprovecha experiencias llevadas a cabo en otras ciudades del mundo, que han demostrado que es posible lograr que pollos de halcón peregrino, alimentados en condiciones semi-naturales, restablezcan poblaciones. Para conseguirlo es fundamental que el programa de introducción se desarrolle al menos durante tres años, puesto que estos halcones alcanzan la madurez sexual entre los 3 y los 4 años.

Evitar el amansamiento

Cuando tienen la edad suficiente, aproximadamente cinco semanas, los pollos se introducen en una caja-nido que permanece cerrada para evitar fugas o caídas de pollos. Diariamente se les aporta comida sin que los animales puedan ver a los cuidadores, de forma que no se produzca su amansamiento. Este proceso se mantiene durante algunas semanas más hasta que se independizan completamente.

Este proyecto se suma a otras iniciativas del Ejecutivo autonómico para recuperar poblaciones de otras aves, algunas de ellas endémicas y en peligro de extinción. En total, la Comunidad de Madrid alberga cerca de 300 especies de aves, muchas de ellas protegidas, escasas y difíciles de ver en otros lugares del mundo, como el águila imperial, la avutarda, el abejaruco o el buitre negro.



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