Mediante un diseño experimental adecuado a las características de la zona, la vegetación y la especie estudiada, un equipo de investigadores de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes y la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) ha analizado los daños provocados por el ramoneo (consumo de ramillas y hojas de plantas leñosas) en cada especie vegetal y los han comparado con su disponibilidad. De ese modo, han llegado a cuantificar las preferencias alimenticias de la cabra montés y a determinar cuáles son las especies vegetales más valiosas como indicadoras de la cantidad de animales admisible para garantizar la sostenibilidad ecológica de la sierra madrileña.

La extinción de grandes animales por los humanos, o defaunación, es considerada una seria amenaza para la biodiversidad global —en España, por ejemplo, el bucardo, o cabra montés de los Pirineos (Capra pyrenaica pyrenaica), se extinguió muy recientemente, en el año 2000—. Por eso, son cada vez más frecuentes las reintroducciones, es decir, la introducción de individuos en zonas donde la especie ha desaparecido en tiempos recientes con la idea de restaurar la biodiversidad natural, asegurar la persistencia de especies amenazadas y restablecer su área de distribución original.

Un ejemplo actual es el del antílope mohor, que se extinguió en Mauritania pero se ha conservado en España, cuya reintroducción en ese país está programada para este año; o el de la cabra montés (Capra pyrenaica victoriae) en la Sierra de Guadarrama que, tras su extinción a finales del siglo XIX, se reintrodujo en 1989. En este último caso, la medida ha tenido éxito y la cabra montés vuelve a desempeñar su importante papel ecológico y a constituir un emblema y un atractivo turístico para esta sierra, hoy declarada parque nacional.

Sin embargo, dada la casi total ausencia de predadores, la población de cabras monteses crece en forma de progresión geométrica, y los 67 ejemplares introducidos hasta 1992 se han convertido en poco más de dos décadas en más de 3.300 solo en la zona de La Pedriza, donde se alcanzan densidades superiores a 47 individuos por kilómetro cuadrado. Por eso, ahora el problema es determinar cuántas cabras monteses debe haber en la sierra: deben ser suficientes para que puedan desempeñar su función ecológica y cultural, pero no tantas como para que puedan plantear problemas sanitarios o de degradación de la flora y la vegetación, que también está protegida por la Directiva Europea Hábitats, la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad y el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de la Comunidad de Madrid. Se trata de un problema que se repite, con diferentes especies, en muchos de espacios naturales protegidos. Por ello, es necesario abordarlo con un planteamiento científico sólido y extrapolable a otros casos.

El estudio realizado por los investigadores de la UPM ha abordado el problema utilizando las plantas leñosas como indicadoras de la sustentabilidad de la población de ungulados y ha constatado que algunas especies protegidas, como acebo, abedul, tejo, serbal de cazadores o guillomo, superan ya los niveles admisibles de daños por ramoneo y pueden ver, por ello, comprometida su conservación con las cargas actuales. El método, que también ha sido empleado con el ciervo en los Montes de Toledo y el arruí en Sierra Espuña (Murcia), puede utilizarse con otras especies de ungulados y en otros ecosistemas, en especial en espacios naturales protegidos.

Una vez alcanzada la población de ungulados (en este caso, cabra montés) admisible, el problema que se plantea es cómo mantenerla estable, sobre todo teniendo en cuenta que en los parques nacionales está prohibida la caza deportiva. Pero eso, como decía el famoso escritor Michael Ende, es otra historia y será contada en otro momento.

Referencia bibliográfica 

PEREA, R; PEREA GARCÍA-CALVO, R; DÍAZ AMBRONA, CG; SAN MIGUEL, A. “The reintroduction of a flagship ungulate Capra pyrenaica: Assessing sustainability by surveying woody vegetation”. Biological Conservation 181: 9-17. DOI: 10.1016/j.biocon.2014.10.018. JAN 2015.



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